Catón
Aquel hombre era más mentiroso que un epitafio. No le iban a la zaga los dos amigos con quienes solía beber y congalear: ambos mentían como cazadores. O como pescadores, que suelen ser también muy mentirosos. Sucedió que por extraña circunstancia del destino los tres pasaron al mismo tiempo de este mundo al otro. Los recibió San Pedro en la puerta de la morada celestial. Le preguntó al primero. “¿Fuiste dado a ebriedades?”. Respondió el sujeto: “Jamás probé gota de alcohol. La sola vista de una botella de cerveza o una copa de vino o de licor me provocaba arcadas, o sea ansias de vómito”. “Mentiste —dictaminó el apóstol de las llaves—. En castigo pasarás toda la eternidad con la mujer más fea del mundo”. En efecto, al punto el mentiroso se vio junto a una horrible fémina. Compareció el segundo amigo, y el portero lo interrogó: “¿Te entregaste a los placeres de la carne?”. “Nunca —juró el tipo—. En la mujer vi siempre la causa de la perdición del hombre, y hui de ella como del demonio”. “Mentiste —sentenció San Pedro—. En castigo pasarás toda la eternidad con la segunda mujer más fea del mundo”. Así sucedió: una hembra feísima llegó a acompañar al mentiroso. En eso, ¡oh sorpresa!, llegó el tercer amigo. Iba del brazo de la mujer más bella que sea dable imaginar: cabellera de Lauren Bacall; ojos de Elizabeth Taylor; pómulos de Gene Tierney; labios de Gina Lollobrigida; cuello de Audrey Hepburn; busto de Sophia Loren; cintura de Marina Vlady; caderas de Marilyn Monroe; piernas de Marlene Dietrich. “¿Cómo es posible?” —se asombró el primer amigo. Protestó el segundo: “¡Él era el más mentiroso de los tres!”. Antes de que San Pedro pudiera decir algo respondió, mohína, la mujer: “Mentí”… Rara vez uso el adjetivo “nauseabundo”, pues el vocablo tiene connotaciones poco gratas. Diré, no obstante, que el reciente proceder tanto del PVEM como del PT en Coahuila merece de sobra ese calificativo: nauseabundo. Faltando unos cuantos días para la elección de gobernador abandonaron a sus respectivos candidatos a fin de dar su apoyo al de Morena, congraciarse así con el caudillo de la 4T y lamer algún hueso de los que caigan de la mesa después de terminado el proceso electoral. No es exageración decir que asquea el comportamiento de los dueños de esos venales partidos propiedad de mercachifles de la política dispuestos siempre a venderse a quien les ofrezca más. Ciertamente la política no es ejercicio de beatos, pero aun la ignominia se debe practicar con un poco de pudor. Lo menos que puede hacer una ramera es procurar no parecerlo. Las prostitutas que en mi ciudad iban en grupo de tres o cuatro a las corridas de toros vestían modestamente, no se maquillaban y hacían todo lo posible por pasar inadvertidas. Con absoluta desvergüenza, en cambio, actuaron en Coahuila los mesnaderos del Partido Verde, que son de todos los colores, aunque descoloridos, y los del mal llamado Partido del Trabajo, cuyos capitostes no juntan un desgraciado turno de ocho horas de trabajo en todos los día de su vida. Desde luego sus traiciones no tendrán ningún efecto en la elección, y solamente servirán para mostrar una vez más la indignidad que los caracteriza. Deberían desaparecer esos que no son partidos, sino negocios de truhanes que pesan onerosamente sobre la economía de los mexicanos, cuyos impuestos mantienen a esos desvergonzados vividores. Con la democracia lucran quienes mayormente atentan contra ella. Por eso resulta necesario repetir una y otra vez la misma frase: un voto por Morena o por el PT será un voto contra Coahuila. FIN.
Rumbo al 4 de junio
Luy
Mirador
Armando Fuentes Aguirre
El Génesis dice que el hombre es malo por naturaleza.
San Pablo dice que el hombre es malo por naturaleza.
San Agustín dice que el hombre es malo por naturaleza.
Maquiavelo dice que el hombre es malo por naturaleza.
Balzac dice que el hombre es malo por naturaleza.
Marx dice que el hombre es malo por naturaleza.
Freud dice que el hombre es malo por naturaleza.
Sartre dice que el hombre es malo por naturaleza.
Camus dice que el hombre es malo por naturaleza.
Entre todos ellos, sólo Juan Jacobo Rousseau dice que el hombre es bueno por naturaleza.
Un miserable arrojó un perro vivo a un caldero con aceite hirviendo.
Juan Jacobo Rousseau está equivocado.
¡Hasta mañana!…
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