Ana Francisca Vega
Hora de sacar el “detente”
Las decisiones tomadas por el encargado de la respuesta ante la pandemia han normalizado la inequidad en el acceso a la salud. La nueva es que en México habrá pronto vacunas para pobres y vacunas para ricos
Una tras otra, las decisiones tomadas por Hugo López Gatell, encargado de la respuesta de México ante la pandemia de Covid-19, no han hecho más que normalizar y profundizar justo aquello que afirma combatir: la inequidad en el acceso a los servicios de salud. La nueva es que —todo apunta a que así será— en México habrá pronto vacunas para pobres y vacunas para ricos. Para la gran mayoría de la población es hora de sacar el “detente”.
En su afán por politizar todo lo relacionado con su responsabilidad pública y congraciarse con el ahorrador republicano de Palacio Nacional para quizá sacar “hueso” o candidatura, Hugo López Gatell ha tenido el descaro de decir que hay personas que por “razones de aversión ideológica” quieren vacunas “de otros países”. Poco le faltó para decir que los fifís quieren sus vacunas fifís.
López Gatell dice —y miente— que las vacunas que estarán disponibles para el grueso de los mexicanos —la Abdalá (cubana) y la Sputnik (rusa)— son igualmente efectivas para combatir el virus que las aprobadas por la OMS. Aunque ya se ha dicho hasta el cansancio, va de nueva cuenta: ninguna de las dos vacunas que decidió traer López Gatell tiene autorización de la Organización Mundial de la Salud.
Dirá el funcionario que es por cuestiones ideológicas, pero el hecho incontrovertible es que la eficacia de esas vacunas no está comprobada y, además, que no están actualizadas a las subvariantes que hoy circulan entre la población. Vacunas chafa; vacunas “peor es nada” para los que no tendrán de otra más que ponerse lo que encuentren en sus centros de salud.
Pero no conforme con profundizar la inequidad de un plumazo, el responsable de la pandemia en un país que ha tenido más de 650 mil muertos por la Covid-19 y número uno en el mundo por muertes entre personal sanitario, se atreve a declarar que las farmacéuticas deben “demostrar calidad, seguridad y eficacia” para comercializar sus vacunas en México. Y, claro, cualquier persona ajena al tema y al manejo de la salud pública de este personaje pensaría que eso es lo deseable.
Nadie quiere que lleguen a México vacunas no seguras y ya no estamos en un momento de emergencia como el que llevó a la humanidad a apresurar los registros de las primeras vacunas en 2020-2021. El pequeño detalle que omite López Gatell en su muy desafortunada declaración es que al menos dos farmacéuticas llevan esperando meses la aprobación de Cofepris para obtener, no su registro de emergencia —ese ya lo tenían—, sino el definitivo. Estamos hablando de Astra Zeneca, cuya espera es ya de un año y dos meses, y de Pfizer, que desde diciembre de 2022 no ha recibido respuesta de las autoridades sanitarias.
Con el reciente visto bueno del presidente López Obrador para que las vacunas sean distribuidas entre el sector privado, presumimos que a López Gatell no le quedará otra más que liberar esos expedientes que duermen el sueño de los justos en algún escritorio en Cofepris. Porque si algo ha quedado claro en estos tres años de pandemia es que él, y nadie más que él, toma las decisiones.
A pesar de que existe un cuerpo dentro de la institución encargado de aceptar o rechazar los registros de las vacunas, el llamado Comité de Moléculas Nuevas, el propio López Gatell, con un lapsus muy revelador, declaró: “Si esos expedientes se presentan a Cofepris, se analizan y son satisfactorios, yo no tengo ningún inconveniente de darles curso”. Ojalá que pronto pueda también “darle curso” a los antivirales que ha centralizado el Gobierno Federal y que también están esperando aprobación para que pueda obtenerlos cualquier persona que los necesite sin importar el lugar en donde se esté tratando.
Así que en esta temporada invernal en la que ya comienza a detectarse un aumento de contagios por Covid-19, la historia será distinta para quienes puedan pagar alrededor de 120 dólares por vacunas actualizadas y eficaces, y para quienes no tengan la capacidad para comprarlas. Para estos últimos habrá “detentes”, ahorros y un poquito más de ese veneno ideológico que López Gatell nos ha estado recetando los últimos años, ese sí, con sorprendente eficacia. (El País).
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