Hace una década, Layda Sansores irrumpió en el almacén del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) exigiendo transparencia y denunciando el desperdicio de medicamentos caducados, implementos médicos inservibles y uniformes enmohecidos. En aquel entonces, su lucha era en nombre del pueblo, señalando el abandono y la corrupción en el sistema de salud.
Hoy, ya en el poder, su actitud es completamente distinta. Pese a las constantes denuncias de derechohabientes sobre la falta de medicamentos y el desabasto en hospitales, la gobernadora prefiere mantenerse en silencio y afirmar que “en salud vamos bien”. ¿Dónde quedó su carácter combativo? ¿Por qué ahora, cuando nada ni nadie se lo impide, no entra a esa bodega a verificar la realidad?
Si hace 10 años exigía respuestas, ¿por qué hoy no asume la misma postura? ¿Será que su verdadera lucha siempre fue solo por el poder y no por el pueblo? Mientras los campechanos sufren por la falta de medicinas, Sansores guarda silencio y se mantiene al margen, a pesar de asegurar que tiene trato preferencial con la presidenta Claudia Sheinbaum.
¿Dónde está su indignación de antes? ¿Por qué ya no denuncia lo que está mal? ¿Acaso solo le importaba llegar al poder y acomodar a su familia en el gobierno? Los campechanos se siguen preguntando si alguna vez realmente luchó por ellos o si todo era solo un discurso para su propio beneficio.
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