Víctor Collí Ek
Valores constitucionales
Se aproxima el 4 de julio, y todo parecería ser que es una fecha únicamente celebrada en los Estados Unidos de Norteamérica. El origen de esta fiesta se remonta a 1776, cuando se independizó de Gran Bretaña. El 2 de julio se firmó la Declaración de Independencia, y el 4 de julio se anunció oficialmente la separación de las colonias británicas.
Ahora bien, ¿por qué esta fecha sería algo que en México deberíamos de recordar? No se trata de nacionalismos, sino de una forma de vida y organización social.
Nuestro modelo constitucional abreva de tres tradiciones principales: el constitucionalismo francés, devenido de la Revolución y su marcada defensa de un modelo democrático; el constitucionalismo español, con la Constitución de Cádiz y la emergencia fáctica de la monarquía constitucional, entre otras cosas; y el constitucionalismo norteamericano.
De este último aprendimos, junto con muchos Estados-nación en el mundo, la importancia de elementos tales como: tener una constitución escrita y codificada, el desarrollo de la división de poderes, el reconocimiento de la soberanía popular, la declaración de derechos, el control constitucional jurisdiccional, el federalismo, el régimen presidencial.
La importancia del constitucionalismo norteamericano, tanto para nuestro país como para el mundo, lo podemos ver sólo de estudiar los textos constitucionales existentes. Sin embargo, a nivel científico un estudio relativamente reciente, titulado “The Declining Influence of the United States Constitution”, indicó que para 1987, 160 de 170 constituciones estaban basadas en el modelo norteamericano. Ahora bien, para el día de hoy esa cifra ha caído significativamente.
Si acaso —se dice en ese estudio—, uno de los modelos constitucionales más influyentes sería Canadá ahora, especialmente a través de su Carta de Derechos y Libertades. Otros modelos que siguen a Canadá son Alemania, Sudáfrica y la India, pero ninguno ha tenido la gran influencia que alguna vez tuvo el constitucionalismo norteamericano.
Esto es entendible. El hecho de la rigidez de la constitución norteamericana, que sólo ha podido ser reformada una vez en los últimos 50 años, la hacen ver a los ojos de muchos como una constitución arcaica.
Otro elemento fundamental de esa visión negativa del constitucionalismo norteamericano, es la forma en que se ha venido desenvolviendo en los últimos tiempos. Ante un régimen global, donde se han desarrollado importantes avances en la defensa de los derechos humanos, vía tratados internacionales, la regla básica es que los Estados Unidos de Norteamérica no firman nada, no se comprometen internacionalmente, cuando muchos países, incluido el nuestro, sí lo hacen.
Igualmente, cuando en el mundo los jueces nacionales se apoyan cada vez más en las decisiones de otros jueces para defender mejor los derechos humanos —generando lo que se ha llamado “diálogo jurisprudencial internacional”—, los jueces norteamericanos, especialmente su Suprema Corte no hace esto, no hay apertura, sus decisiones se basan en razonamientos esclusivamente “nacionales”.
Otro elemento más, sin querer por supuesto ser exhaustivos, es lo que se discute el día de hoy. La liberación de las más influyentes sentencias de este año de la Corte Suprema, muestran un cambio ideológico importante que a su vez moldeará en los años que vienen el desarrollo de su democracia. Las recientes decisiones sobre el aborto, sobre el derecho a portar armas en la vía pública, sobre la relación entre la Iglesia y el Estado, el debilitamiento del control federal sobre la emisión de gases de efecto invernadero, resultan hitos vistos negativamente, de la democracia que aún el día de hoy tiene más presencia en el mundo.
El 4 de julio significa un momento histórico para las sociedades democráticas respetuosas de los derechos humanos y del estado de derecho. Lo trascendente es el convencimiento de que estos valores, que en sus orígenes nos enseñó el constitucionalismo norteamericano —al margen de sus defectos concretos—, deben seguirse desarrollando para bien y estar presentes en la convivencia social. Esto es lo que debemos de recordar, promover y celebrar.
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