Las feministas le endilgaron a la gobernadora el pasado 8 de marzo, un adjetivo que le encaja, sin duda, a la perfección: “impostora”, que es muy parecido al término “usurpadora”, que han usado por más de seis años los seguidores de El Peje durante el sexenio de Felipe Calderón.
Decíamos que ambos adjetivos le encajan muy bien a la mandataria estatal, cuyo triunfo electoral en los comicios de 2021 fueron ampliamente cuestionados, y cada día asoman nuevos elementos que abonan a la certeza de que, efectivamente, hubo mano negra en el conteo de votos, circuló mucho dinero para comprarlos y que las autoridades electorales locales, lo mismo que algunos ‘operadores’ del Gobierno que encabezó Carlos Miguel Aysa González, fueron cómplices del complot.
“Impostora”, según la Real Academia de la Lengua, se refiere a quien “atribuye falsamente a alguien algo”. “Quien finge o engaña con apariencia de verdad”, mientras que usurpadora, es quien se apropia ilegal o fraudulentamente de algo. Quien despoja de algo a alguien.
Por eso, insistimos, ambos adjetivos son muy propios para quien dice que gobierna actualmente Campeche, pues falsamente se atribuye ser luchadora feminista y defensora de los derechos de las mujeres, pero en los hechos hace lo contrario. Persigue y hostiga a las de su género sólo por no compartir ideologías. Por ejemplo Biby Rabelo, Xóchitl Gálvez, las diputadas federales del PRI, etcétera.
Se apropió ilegalmente de un puesto que no le corresponde, pues ocupa la gubernatura a pesar de que la mayoría del pueblo campechano que acudió a las urnas le dijo que no, y sólo tres de cada nueve votantes sufragaron a su favor. Es ilegítima y carece de autoridad moral. Tal vez por eso la gente la repudia, y ella misma, sabedora de esa falta de cariño, prefiere pasar sus días fuera de la entidad.
El problema es que en su ausencia, los campechanos nos enfrentamos a un nuevo usurpador. A su sobrino loco, quien sin pudor, empacho, ni vergüenza, lo mismo se promociona en sus redes sociales y en las páginas digitales al servicio del Gobierno del Estado, como operador político que como representante de su tía ante delegaciones extranjeras.
Por ejemplo, ¿qué tenía que hacer Seso Loco en la reunión con empresarios chinos y la Administración Portuaria Integral? Si ya estaban en el evento los titulares de la Agencia de Energía y de la propia Apicam, ¿qué necesidad había de exhibir el terrible y asqueroso nepotismo que prevalece en el Gobierno del Estado?
¿No basta con soportar a una impostora fraudulenta que a fuerzas quiere que aguantemos la ofensa de que mande a su drogadicto sobrino, un auténtico bueno para nada, como su representante ante inversionistas extranjeros? ¿Y a qué fue? ¿A pedirles, moche, comisión o a espantarlos?
Qué vergüenza. No hay temor de Dios.
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