Tribuna Campeche

Diario Independiente

LA CLOACA DE LA LOCA | 3 DE ENERO DE 2025

Por el árido mensaje dirigido por la senil mandataria, podemos entender de una buena vez que no se avizoran cambios ni en su conducta personal, ni en sus funciones como gobernante…

MENSAJE HUECO

Con bastante retraso, y sin la oportunidad y la contundencia que se requiere para obtener mejores resultados, la senecta gobernadora Layda Elena Sansores San Román envió un cándido “mensaje de año nuevo”, en que hizo a un lado el análisis riguroso de la realidad, el balance de la situación en que se encuentra nuestro Estado, y sus expectativas reales, o fantasiosas, para 2025.

En sentido riguroso podríamos afirmar que Sansores San Román “cumplió” a secas con enviar un mensaje de inicio de año, tal y como millones de personas en el mundo lo hicieron segundos antes de que finalizara 2024 y las manecillas del reloj iniciaran su recorrido en pos del nuevo año.

Lo interesante del mensaje de la ineficiente Layda Sansores es que no dijo nada. Insustancial y vacío su mensaje en que se limitó a invitar a su audiencia “a reinventarse y a ser mejores seres humanos”, sin que ella, en su bipolaridad de persona-gobernadora, asuma algún compromiso en específico para cumplir con su propio exhorto. ¿Cómo puede ser ella ser una mejor persona? ¿Cómo podría ser una mejor gobernanta? Eso no lo menciona, por pavor a asumir compromisos que sabe que no va cumplir.

Convoca la farsante mandataria a la “reflexión, a la introspección, al renacimiento espiritual”, sin abonar algún dato que nos estimule a creer que ella ha cumplido con esas prácticas, y que en su renacido espíritu ya no existirán ni odios, ni rencores, ni deseos de venganza, ni acosos ni persecuciones contra sus adversarios políticos y contra sus críticos. La anciana Sansores debería haber aprendido, después de sus casi ocho décadas de vida y de su paso por la Facultad de Psicología, que no puede haber renacimiento espiritual si se mantienen los mismos vicios, las mismas fobias, los mismos traumas, los mismos, odios, etcétera.

“Invoquemos el perdón, la felicidad y el amor”, susurró insegura la hipócrita Layda Elena, con la mentalidad dirigida a que los campechanos le perdonemos sus aberraciones, tropiezos, excesos y arbitrariedades, sin que ella por su parte, asuma algún compromiso de que hará lo propio para perdonar a quienes han cometido el abominable error de pensar distinto a ella, y de plasmar sin temor sus pensamientos.

Bien dice el refrán de que ‘no se puede pedir peras al olmo’, de suerte que, por el árido mensaje dirigido por la senil mandataria, podemos entender de una buena vez que no se avizoran cambios ni en su conducta personal, ni en sus funciones como gobernante, a pesar de que Campeche vive uno de sus episodios más lamentables de su historia, con una gobernadora que no gobierna, con un presupuesto que se ejerce en total opacidad, y con un equipo de Gobierno saturado de foráneos que no siente como suyos los problemas del Estado, por lo que tampoco hace nada para resolverlos y que seguramente se regresarán a sus tierras apenas culmine este nefasto y fallido Gobierno.

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