El colapso de una parte de la nave central de la iglesia parroquial de San Luis Obispo, en Calkiní, no le ha merecido el menor comentario a la negligente y farsante gobernadora Layda Sansores…
DESPLOME Y NEGLIGENCIA
A una semana de que colapsara una parte del techo de la iglesia parroquial de San Luis Obispo de Calkiní, no ha habido un solo pronunciamiento de la negligente e ineficiente gobernadora Layda Elena Sansores San Román. Pareciera que para ella el problema no existe o que como por arte de magia o por algún prodigio milagroso, esa bóveda se va reconstruir sin intervención humana.
Por tratarse de un incidente ocurrido durante el periodo vacacional decembrino, seguramente que la senecta mandataria va a reagendar la visita a ese histórico templo católico, (que se terminó de edificar en 1776, que albergó a un convento franciscano y que actualmente hospeda a la congregación de las monjas clarisas), para después del martes 7 de enero próximo, cuando oficialmente regrese a sus actividades laborales.
No olvidemos que la anciana mandataria se concedió una vez más sus vacaciones decembrinas y de fin de año, por lo que canceló la única actividad que se le conoce, que es conducir su mamotreto de programa denominado “Martes de Jaguar”, el cual reiniciará en la fecha ya señalada: martes 7 de enero.
Mientras llega esa fecha, la feligresía católica de Calkiní navega en la incertidumbre. No saben cómo le harán para reparar la afectación visible actualmente, cómo garantizarán que ingresar al edificio no constituya un riesgo mortal, ni cuándo se podrán reanudar las actividades cotidianas en el templo.
Por lo pronto, y seguramente consciente de la ineficacia y tortuguismo del Gobierno (de todos los niveles, claro), el párroco Fernando Manzo ya pronosticó que muchos de los de la actual generación no podrán ver rehabilitada en su totalidad esa icónica parroquia que tanto identifica a todo el Camino Real.
A nadie llamó la atención el hecho de que el colapso de una parte de la nave central del templo en mención no le haya merecido el menor comentario a la negligente y farsante Layda Sansores. Ella no está en su función principal que es gobernar, y estar al pendiente de los principales problemas del Estado. Lo suyo es la fiesta, la pachanga y el conflicto. Gobernar no le va bien.
Por eso es que ha preferido culpar a los otros de ese desastre. Exigirle a través de sus páginas serviles que sea el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) el que asuma toda la culpa y el que, por consecuencia, se encargue de todos los gastos de reconstrucción.
Eso, a pesar de que a través de la Autoridad del Patrimonio Cultural del Estado de Campeche, que dirige su cuñada Rosa del Carmen Olvera Salinas, han manejado varios cientos de millones de pesos que supuestamente han gastado en repintar edificios históricos en la capital, hacer una calzada en Pomuch y justificar los demás gastos millonarios.
Ella, la inepta Layda Sansores, debió ser la primera en encabezar las gestiones para obtener el dinero que se requiere para reparar todo el templo, pero como sus asesores no le han precisado cuál sería la rentabilidad política/electoral de ese hecho, se ha mantenido al margen, dilucidando seguramente, la manera de culpar a sus adversarios políticos de ese desplome que tanto ha dañado el corazón de miles de católicos calkinienses.
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