Tribuna Campeche

Diario Independiente

Esa práctica parece indebida: De política… y cosas peores

Catón


El adulterio es tan común en nuestra sociedad que me temo que pronto tendrá categoría de ley. La frase no es mía: la escribió Montaigne hace cinco siglos, décadas más, décadas menos. Por expresiones como ésa, de tan pasados tiempos, me da risa cuando oigo decir que en nuestra época priva la inmoralidad, y que la gente de antes era virtuosa, decente y bien portada. Me apena, aunque no mucho, decir que eso es mentira. En cosas de la cintura para abajo todo tiempo pasado fue igual. Si no me lo creen pregúntenselo a Shakespeare, a Bocaccio, al Aretino, a Chaucer, a Gonzalo de Berceo, a Rabelais o a Fernando de Rojas, acerca de cuya obra, “La Celestina, escribió Cervantes: “Libro a mi entender divino / si encubriera más lo humano”. Todos esos autores dirán lo mismo que aquel viejo refrán: “El hombre es fuego, la mujer estopa, viene el diablo y sopla”. En el siglo XIV el Arcipreste de Hita sacó a luz estos versos, cuya ortografía respeto, pues soy muy respetuoso: “Como dice Aristóteles, cosa es verdadera, / el mundo por dos cosas trabaja: la primera / por aver mantenencia; la otra cosa era / por aver juntamiento con fembra placentera”. Y en lo tocante a las costumbres sexuales de sus coetáneos dijo: “Cartas eran venidas, dicen desta manera: / que casado ni clérigo de toda Talavera / non toviese manceba, casada nin soltera, / qualquier que la toviese descomulgado era”. Basten estas transcripciones como argumento Aquiles, o sea irrebatible, para fundar la afirmación de que los cuerpos de hombres y mujeres se atraen con más fuerza que el imán al hierro. Y esto no es cosa del diablo, sino de Dios, para el creyente, o de la naturaleza, para los agnósticos o ateos. La dulce trampa que llamamos amor es un medio para perpetuar la vida. Desde luego las lucubraciones de los autores arriba mencionados, con todo y ser eximios, no deben ser usadas para justificar descarríos o devaneos, pues hay valores que impiden cualquier forma de deslealtad. Pero advierto que estoy empezando a deslizarme por la resbalosa pendiente de la prédica moral. Paso entonces a narrar un cuento que justifique tan extensa prefación. Grande fue la sorpresa y mortificación de don Cucoldo cuando al volver a su casa en hora desusada encontró a su mujer en la alcoba connubial yogando con un sujeto que al parecer era diestro en esos menesteres, pues ni siquiera estaba llevando a cabo su indebida acción en la ortodoxa, canónica, tranquila y consagrada postura llamada “del misionero”, única a la cual los predicadores dan su visto bueno, sino en la que popularmente se conoce como “de cucharita”, cuya detallada descripción puede buscarse en libros tales como The joy of sex y otros sobre el mismo tema. La señora advirtió la llegada de su marido, y antes de que éste pudiera articular palabra se dirigió a él en los siguientes términos: “Ni me digas nada, Cucú. Tú me conoces bien, y sabes que soy algo coqueta”… Un señorcito de corta estatura, y esmirriado, se plantó en medio de la atestada cantina y lanzó esta interrogación a los presentes: “¿Quién tiene los éstos más grandes que yo?”. Al punto se levantó de su mesa un hombrón giganteo y de torosa musculatura. “Yo mero” —encaró, desafiante, al chaparrito. Le dijo éste al tiempo que le mostraba una bolsa: “¿Me compra estos calzones? A mí me quedaron grandes”… La recién casada regresó de su viaje de bodas y le comentó a su abuela: “Fuimos de luna de miel a Estados Unidos, y te voy a contar lo que me pasó en el otro lado”. “No me lo cuentes —la detuvo la señora—. Prefiero no enterarme de esa práctica, que me parece indebida”. FIN.

Corrección

Mirador: Historias de la creación del mundo

Armando Fuentes Aguirre

La obra de la creación no ha terminado.
Darwin fue el primero que lo supo.
El Señor descansó el séptimo día, pero nada más ese. Después ha seguido trabajando. Su obra es infinita, como infinito es él.
El ornitorrinco, por ejemplo, no estaba en sus planes.
Ese raro animal con cuerpo de nutria, pico de pato, cola de castor, mamífero que sin embargo se reproduce por medio de huevos, no figuraba entre aquéllos a los que originalmente el Creador iba a dar vida.
Pero sucedió que el Señor bebió del vino que inventó Noé y entonces.
Entonces fue el ornitorrinco.
¡Hasta mañana!…

Manganitas

AFA

“…Otros huracanes podrían presentarse…”.

Esos serían extremos
y verdaderos desmanes.
Tratándose de huracanes
con Otis y AMLO tenemos.


“…Hacen reclamaciones en Guerrero a AMLO…”.

Y con razón, digo yo,
pues se quejan con verdad.
Es su popularidad
lo que el viento se llevó.

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