Tribuna Campeche

Diario Independiente

Usurpadora y envidiosa

Había en el reino de la Culebra y la Garrapata, una joven y bella alcaldesa en cuya jurisdicción estaba asentada la ciudad, sede del Palacio real de la Tía Rata. Siendo una y otra de ideologías distintas y diferentes métodos de ejercer el poder, había surgido una rivalidad que a los nativos causaba gracia, pero que en la hija del Sátrapa Negro le iba acrecentando el odio.

Bibiana, que así se llama la joven y guapa alcaldesa, todos los días caminaba tranquila por las calles saludando con afecto a sus gobernados, que le correspondían con cariño. Fue electa con abrumador apoyo de los ciudadanos que acudieron a las urnas, y no había ninguna duda respecto de la legitimidad de su cargo.

En cambio, la Tía Rata padecía del rechazo social y de la indiferencia ciudadana, pues como ya hemos narrado en capítulos anteriores, sólo tres de cada diez nativos que acudieron a votar lo hicieron a su favor, e incluso uno de los aspirantes al trono, postulado por el partido naranja, obtuvo más sufragios que ella, por lo que se tuvo que activar la magia electoral para desaparecerle sus votos, y asignárselos a la corrupta que así se convirtió en mandataria.

Por razones estrictamente geográficas, ambas personalidades, la joven alcaldesa  y la senecta mandataria, tenían que convivir todos los días. El Palacio de una, estaba enfrente de la Casa de Gobierno de la otra, y compartían responsabilidades en cuanto a la atención de las necesidades de sus gobernados.

Por simple razonamiento lógico cualquiera pensaría que por el paso de los años, la senecta mandataria tendría más experiencia, madurez y capacidad para encausar hacia el bien común las tareas de Gobierno, pero bien dicen los que saben que en política dos más dos no siempre suman cuatro, de manera que en lugar de colaborar, la corrupta heredera del Sátrapa Negro se dedicó a entorpecer las funciones de su contraparte.

No sólo eso, sino que junto con sus asesores, entre ellos su sobrino el Tarado sin Cerebro, se dedicaron a planear estrategias para acabar con ella, para revertir el cariño de su pueblo y hacer que la repudiaran. Se valieron de todo tipo de artimañas para deshacerse de ella, y le inventaron toda suerte de acusaciones, a fin de lograr su objetivo de refundirla en la cárcel.

Como la malvada Bruja y Blanca Nieves, la senecta mandataria no soportaba la idea de que existiera en su reino una autoridad con más respaldo popular, mejores resultados en su desempeño, y que, junto con eso crecieran sus posibilidades de convertirse en una fuerte aspirante al trono. Su objetivo era aniquilarla, y en eso concentraría todo su esfuerzo la corrupta Tía Rata…

(Continúa…)

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