Tuvieron que pasar 26 años para que, en uno de esos episodios de narcicismo tan propios de Layda Elena, y tan recurrente en su mamotreto ridículo-patético-musical de los martes, confesara ‘en vivo y en cadena nacional’ —como decían antes los presentadores de televisión—, que sí recibió una maleta repleta de dinero, momentos antes de que desmantelara el campamento de la resistencia civil que durante 8 meses instaló en la Plaza de la República entre agosto de 1997 y marzo de 1998.
Por muchos meses, incluso años, durante y después de la resistencia civil a raíz del supuesto, pero inexistente “fraude electoral” de 1997, se cuestionó mucho acerca de qué bolsillos financiaron el plantón de al menos 300 personas que instalaron sus casas de campaña por espacio de ocho meses en la Plaza de la República.
No se aclaró jamás si el movimiento se financió con parte de la fortuna malhabida de la familia Sansores, con las aportaciones del PRD, que fue el partido que apoyó a Layda en esos indebidos cuestionados comicios de 1997, o si senadores y diputados federales perredistas se ‘cayeron’ con su lana para mantener la protesta.
Lo cierto es que ese plantón de 8 meses, integrado por gente de escasos recursos de las comunidades rurales, quienes tenían tres comidas diarias, agua, sanitarios, salario semanal y ocasionalmente diversión, tuvo costo económico, y que una de las exigencias de la entonces candidata para retirarla, era que le repusieran lo que se había “invertido” en el movimiento.
Hubo lidercillos, como uno de apellido Chi Marín, oriundo de Hopelchén, de preferencias sexuales diferentes, pero similares a las del vocero y el patino actual de la gobernanta en su ridículo show de los martes, que se dieron la gran vida mientras duró el plantón. Fue célebre el incidente en la cabecera del Municipio chenero, en que fue arrestado por protagonizar una orgía junto con el hoy patiño tabasqueño y sus mancebos.
Finalmente, decíamos párrafos arriba, la gobernadora confesó la verdad. En el centro de espionaje que “descubrieron” y que desmantelaron sus huestes, encontraron por “casualidad” una maleta repleta de dinero, con muchísimo dinero, según sus propias palabras, el cual repartió a sus seguidores para que regresaran a sus casas. Obvio, luego de pagarles los sueldos pendientes por prestarse a la farsa.
Sí hubo maleta. Sí hubo dinero. Sí hubo reparto. Pero bien dicen que el que parte y reparte se queda con la mejor parte. Y que a confesión de parte, relevo de pruebas…
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