Rosendo Balán Caamal
La tradición decía que debían dedicarse al hogar, a cuidar de su marido y de sus hijos; sin embargo, desde el siglo XVII han surgido mujeres que rompieron con los hitos (prohibiciones y rechazos), con tal de seguir su pasión taurina.
Hay toreras de a pie o de a caballo, sin duda las más temerarias; o aquellas que se dedican a la crianza del toro de lidia, otras de empresarias y hasta periodistas, así como las que han optado por otras ramas en un mundo marcado por la masculinidad.
En 1943, la mayor enciclopedia taurina: El Cossío, dedicó 17 páginas a la historia del toreo femenino, se trató de un breve atisbo, entre una vertiente que abanderaba el absoluto ¡No! al toreo de las mujeres.
En 1995, la periodista estadunidense Muriel Fainer realizó el primer trabajo profundo al respecto, el cual fue publicado bajo el título de “La Mujer en el Mundo del Toro”, ese libro de 412 páginas resultó insuficiente para albergar la información que encontró, pero en cambio sacó a la luz la importancia del toreo femenino y lo hizo pasar de un simple hecho anecdótico a un importante capítulo en los siglos de la práctica de la tauromaquia.
A partir de entonces la rueda ya no dejó de moverse y pese a las prohibiciones familiares o gubernamentales, la mujer se abrió paso en el mundo del toro, las ha habido españolas y nacidas en los países donde se practica esta fiesta.
México es pionero en ese campo, al abrir espacios y respaldar a las mujeres en la práctica del toreo profesional, como ocurrió con la Plaza México durante la gestión de Rafael Herrerías, quien se mostró como un visionario al implementar primero novilladas con mujeres en 2004, más adelante, a las que destacaron las proyectó para que recibieran la alternativa en el máximo escenario del país, tal fue el caso de Hilda Tenorio, primera mexicana en recibir la alternativa en el coso metropolitano y en cortar una oreja.
La madrileña Cristina Sánchez es hoy por hoy la mujer que más ha destacado a nivel mundial en la práctica del toreo, que cambió la historia de la tauromaquia. Así como a mediados de los años setenta Nadia Comaneci cambió la historia de la gimnasia olímpica, a mediados de los noventas del siglo pasado, Cristina modificó los parámetros de la fiesta brava.
Después de ella han surgido otras toreras, pero hasta ahora, no ha habido otra con la capacidad para llenar las zapatillas de la española.
En México también han recibido su doctorado Marbella Romero, el 15 de diciembre de 2007 en Morelia, Michoacán, ante toros de José Garfias; encabezó la ceremonia Rafael Ortega, bajo el testimonio de Isaac Chacón.
Lo mismo que Hilda Tenorio que llevó como padrino a Manolo Mejía y como testigo a Ruiz Manuel, ante toros de Autrique, la tarde del 28 de febrero de 2010; su alternativa fue la primera de una mujer en la Plaza México y la yucateca Lupita López, quien llevó en su alternativa como madrina a Mari Paz Vega, bajo el testimonio de Hilda Tenorio. Hay otras como Karla de los Ángeles y Paola San Román.
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