Layda Elena acabó con su propio patrimonio político. Derrochó la popularidad con que llegó como candidata a la gubernatura, y apenas pudo obtener una victoria electoral de panzazo, dicen muchos que por medio del fraude…
Como una pesada losa de acero sobre su tumba cayó la confirmación que hizo la presidenta Claudia Sheinbaum sobre la inminente reforma constitucional para acabar con la tendencia de heredar cargos de elección popular, como la gubernatura, por ejemplo, a familiares directos de los gobernantes en turno. La iniciativa presidencial contra el nepotismo y la reelección, será el fin del Sansorismo en Campeche.
No es que los Sansores tengan arrastre electoral. No. Ni la hermanita Laura Sansores ni el sobrino Gerardo Sánchez Sansores tienen por sí mismos la capacidad arrolladora para ganar una elección. Pero tienen el multimillonario presupuesto estatal a su disposición y todo el aparato gubernamental para facilitar su hipotético triunfo en caso de que pudieran ser postulados.
Pero la propuesta presidencial de Claudia Sheinbaum contra el nepotismo, acabó con esa tentación que desde hace varios meses han venido alentando los depredadores Sansores para perpetuarse en el poder.
Haber abanicado las aspiraciones de Pablo Gutiérrez Lazarus, de Elisa Hernández Romero y hasta de Aníbal “Ostoldo” Ortega, era parte de un mecanismo de distracción para que sean ellos quienes concentraran los ataques de los medios independientes, mientras se trabajaba soterradamente para afianzar las candidaturas o de Laurita o del Seso Loco. Y es que aunque parezca una locura, el propio sobrino desbocado se veía como candidato a suceder a la tía.
Fue el Sansorismo una corriente política muy fuerte durante varias décadas en Campeche. Desde su convalecencia, don Carlos fue consultor y consejero de varios candidatos presidenciales del PRI, quienes, al menos una vez durante la campaña, acudían a la Casa Blanca de la calle 45 en busca de consejos del viejo político campechano. Y éste a cambio, luego de consolidar el triunfo, les pedía favores. Así se inició la trayectoria política de Layda Elena —como pago de un favor— según ha confesado ella misma en alguna indiscreta entrevista.
Pero Layda Elena acabó con su propio patrimonio político. Derrochó la popularidad con que llegó como candidata a la gubernatura, y apenas pudo obtener una victoria electoral de panzazo, dicen muchos que por medio del fraude, y hay otros que incluso aseguran que ella no ganó.
Lo cierto es que llevó a la tumba a esa otrora poderosa corriente política. Hoy Layda Sansores es un lastre para su partido. Su actuación como gobernante provocó un desencanto generalizado que trajo como consecuencia que miles de campechanos se hayan propuesto jamás volver a votar por alguien que esté ligado a ella.
Por ello era casi imposible que un Sansores pudiera repetir en la gubernatura, pero como ya señalamos párrafos arriba, tienen a su disposición todo el presupuesto del Estado para comprar voluntades… hasta que se apareció ese decreto presidencial que prohibirá el nepotismo en los cargos de elección popular.
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