La ceremonia del pasado 7 de agosto, en que se conmemoró un aniversario más de la emancipación política del Estado, fue de todo menos solemne. Fue un evento trivial, insulso, desabrido…
Por tercer año consecutivo, la paseadora gobernadora Layda Elena Sansores San Román decidió no acudir al Congreso del Estado a entregar por escrito su Tercer Informe de Gobierno. Una vez más, demuestra su desprecio por la institución que teóricamente representa al pueblo (aunque los diputados morenistas han demostrado fehacientemente lo contrario) y da prioridad a sus gustos personales de vacacionar por estas fechas.
No sorprende que quien en esos más de tres lustros en que cobró como legisladora (o representante federal), exigía un real y auténtico equilibrio de poderes, ahora no solo se esmere en humillar a los diputados de su partido y a sus aliados, sino que lo presuma como un logro personal. Así son los políticos que carecen de convicciones y principios.
La ceremonia del pasado miércoles 7 de agosto, fecha en que se conmemora un aniversario más de la emancipación política del Estado, fue de todo, menos solemne. Un evento trivial, insulso, desabrido, en que el secretario de Gobierno, Armando Constantino Toledo Jamit se limitó a entregar el documento del Tercer Informe, pronunció un discurso de tres frases sin sentido y se acabó, todos a sus casas.
Ese es el tamaño de las instituciones públicas en Campeche. Así se evidencia la ausencia de ese equilibrio de poderes que tanto exigía la señora Sansores en sus años de senadora, y que pisotea todos los días desde que asumió la Gubernatura.
Lo cierto es que ni el 1 de agosto, con el desfile de elogios y la presentación utopías en el Centro de Convenciones, ni el pasado día 7 en el recinto de sesiones del Palacio Legislativo, se ha cumplido con la obligación constitucional de la gobernadora, de rendir cuentas al pueblo. En su evento de autohalagos se careció de datos que nos informen el Estado que guarda la Administración Pública Estatal, y en el acontecido el pasado miércoles en el Congreso se limitaron al cumplimiento de un simple trámite burocrático.
Pero vale la pena sopesar un dato contenido en la Ley de Presupuesto de Egresos del ejercicio fiscal 2024: la deuda pública estatal, que para 2022 era de 273 millones 144 mil 374 pesos, creció hasta los 414 millones 641 mil 341 en solo tres años. Es decir, creció en 51.8 por ciento, sin que nos hayan informado qué carajos hicieron con esos 141 millones 496 mil en que aumentó el débito público.
Lo peor es que en estos tres años no ha habido una sola obra o proyecto que justifique el incremento de la deuda. Y lo “más peor” es que el Estado ha manejado los presupuestos más altos de toda su historia, y tampoco hemos visto en qué se han erogado.
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