Ernesto Castillo Rosado
Estimado Dante, leí en su momento, las siete cartas que le enviaste a Andrés Manuel López Obrador.
Todas y cada una de ellas son de lectura obligada, no sólo para conocer la clase de persona que es el Presidente, sino porque resumen cronológicamente lo que ha sido este Gobierno. Todas juntas conforman una especie de bitácora de la tragedia de este sexenio.
Incluso hasta podrían tomar de alguna de ellas el epitafio para López Obrador, que dudo mucho vaya a ser enterrado en la Rotonda de las Personas Ilustres. “Tan cerca de Porfirio Díaz y tan lejos de Juárez”, sugeriría.
Volví a leerlas recientemente para poder dedicarte esta carta, donde retomo algunas líneas escritas por ti mismo. Con el paso del tiempo cobran más fuerza.
No tienen desperdicio, deberían servir como parte de la bibliografía para cuando se escriba el libro que resuma la destrucción causada por este régimen, como en su momento lo hizo John Kenneth Turner sobre el porfiriato con “México Bárbaro”.
Antes de entrar en materia quisiera hacerte una precisión en tu sexta carta sobre esta afirmación, “no permitiré que, con ejercicios facciosos de poder, arrebates Nuevo León como a ti te arrebataron la Presidencia en 2006”.
Aquí te equivocas y tú mismo te contradices, porque en una carta previa explicas que Andrés Manuel perdió, “entre otras cosas, por no asistir al debate, por no darle su lugar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, por no dialogar con los empresarios, por enfrentar a los medios de comunicación,…, por hacer caso sólo a tus encuestas, porque no le tuviste confianza a la estructura electoral de tu coalición y porque tu estructura paralela falló”.
Por lo tanto, no le arrebataron la Presidencia porque no se trató de un fraude electoral, sino que perdió por sus propios errores en una contienda muy cerrada.
Dante, tu voz es escuchada. Recuerdo cuando tenía la oportunidad de asistir a las sesiones del Senado en Xicoténcatl. Te hacías escuchar, pero no por el tono de tu voz sino por la fuerza de tus palabras.
Recuerdo tus intervenciones desde tu escaño que estaba hasta atrás junto al de Manuel Velasco, así como cuando subías a tribuna para emitir un posicionamiento.
Hoy, tu voz tiene todavía más peso, pero tendrán más peso tus acciones en este momento crucial para nuestra democracia.
Todos escuchamos perplejos tu reciente entrevista con López Dóriga en donde mencionaste a Jorge Álvarez Máynez como posible candidato presidencial. El simplemente hecho de decirlo habla de que no estás consciente de la relevancia de esta elección. ¡Hasta Noroña sacaría más votos que él!
Ojalá cada Estado contase con un diputado federal como Álvarez Máynez, de lo mejor que hay en la Cámara, pero de ahí a considerarlo para la Presidencia de la República es una ingenuidad, por decir lo menos.
Pero no conforme con este disparate, también tuviste la osadía de autodestaparte. Con voz baja y entrecortada, que no correspondía con aquella voz que estamos acostumbrados a oír, dijiste que hasta tú mismo podrías ser el candidato de Movimiento Ciudadano, ante la mirada atónita del entrevistador que casi no supo cómo reaccionar ante semejante ocurrencia.
Lo dijiste como si estuvieses dispuesto a sacrificarte por el bien de la patria. Esto ya no es ingenuo, sino que ya raya en lo demencial, digno de una de las locuras que diría López Obrador. Hay cosas más importantes hoy en juego como para satisfacer alguno de tus complejos y puedas ver tu nombre escrito en una boleta presidencial.
Dante, los tiempos de México están primero que los tiempos de tu partido. Vas a tener la oportunidad de consolidar a Movimiento Ciudadano como la segunda fuerza política del país con los resultados de esta elección y la del 2027. Con más votos y mayor presencia nacional entonces sí, podrán ir con todo para la presidencial del 2030, pero no ahorita.
Tú más que nadie sabes que la política es de tiempos y circunstancias. Y hoy se ha generado un movimiento genuino y espontáneo, pero sobre todo ciudadano, a favor de Xóchitl Gálvez. Recuerda que “sólo los ciudadanos pueden ser el antídoto contra Morena”.
Una mujer que, por sí sola, echa abajo el discurso de odio de López Obrador. Ella, por sí misma, es criptonita pura contra las consignas morenistas que tanto han polarizado a nuestra sociedad.
Una candidata ciudadana que necesita el apoyo de todos los partidos de oposición. No tienes pretexto para no apoyar a una mujer que se la rifó, y le ganó a la partidocracia, aquella partidocracia que ya le falló a México, como tanto mencionas. (Continuará).
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