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Diario Independiente

Arturito, el secretario

Pese a que lo defenestraron como encargado del despacho de la Secretaría de Gobierno, Arturito seguirá desempeñando su papel como recadero de Layda. No le cuesta trabajo hacerlo, está acostumbrado, y tampoco lo considera indigno…

Formado literalmente, en la “casa blanca” del extinto Carlos Sansores Pérez, el fugaz encargado del despacho de la Secretaría de Gobierno, Arturo del Carmen Moo Cachuich, es uno de los más leales y radicales representantes del sansorismo en la entidad. A ellos le debe todo lo que es, y gracias a ellos asumió por unas cuantas horas, la segunda posición en importancia en el organigrama oficial del Gobierno del Estado.

Puede ser la responsabilidad más alta que tuvo el secretario Arturito, si tomamos en cuenta que su paso por el Senado de la República fue gris, y que su llegada fue como suplente de Aníbal Ostoa Ortega. No hay registro de que hubiera tenido alguna intervención destacada o que haya asumido algún papel protagónico, de suerte que podemos afirmar sin temor a una denuncia más por daño moral, que fue “uno más del montón”.

Ese mismo papel desempeñó como integrante de la LIII Legislatura, en el periodo de 1989 a 1992, cuando era priísta y llegó como cuota de poder del entonces poderoso grupo sansorista. Si bien es cierto que ganó la elección en su Distrito, el sexto, su desempeño como diputado local fue también intrascendente.

De siempre ha sido asistente personal de Layda Sansores en sus diferentes facetas como diputada federal, senadora y gobernadora, pero carece de voz autorizada para opinar. Le han conferido algunas funciones menores, como llevar recados o ser vocero del movimiento que encabezó la hoy mandataria, pero fuera de eso, la disciplina, la paciencia y la discreción han sido sus principales virtudes.

Encabezó de manera temporal —ha sido el secretario de Gobierno más veloz de la historia— la que debería ser la secretaría más poderosa en el gabinete, pero no lo es desde la llegada de Sansores San Román al poder. La despojaron de facultades, obligaciones, atribuciones y, lógicamente, de presupuesto. Atrás quedaron aquellos años en que desde ese despacho del cuarto piso se arreglaban los principales conflictos políticos de la entidad, y desde ahí se podían construir aspiraciones políticas.

Si bien es cierto que ya lo despojaron de su posición como encargado del despacho de la Secretaría de Gobierno, no por eso Arturito dejará de ser el recadero de Layda. No le cuesta trabajo hacerlo, está acostumbrado y tampoco lo considera indigno. Es, como le dijo la senecta mandataria, un auténtico soldado del sansorismo.

Lo que refleja sin embargo ese movimiento, es lo preocupante: 12 cambios en el gabinete en apenas tres años y será Arturito el tercer secretario de Gobierno, con la advertencia clara de que vendrá un cuarto titular de esa dependencia, porque el encargo del “soldado de Layda”, será temporal. 

Eso nos habla de que no hay armonía en el gabinete, que no hay “equipo” y que tampoco hay cohesión y fortaleza, ya que por todos lados les entra el agua. Por eso tenemos un Gobierno tan falto de resultados, tan inepto, y también tan corrupto. Lamentablemente así será el devenir de esta Administración que hace de todo, menos corregir el rumbo.

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