Catón
Miguel Ángel Riquelme Solís ha sido uno de los mejores gobernadores que Coahuila ha tenido en los últimos tiempos. Esa opinión mía, puedo demostrarlo, es compartida prácticamente por todos los coahuilenses. No vacilo en decir que yo me opuse a su postulación. Fui contrario a su candidatura, pues pensé que sería un instrumento en manos de su antecesor, quien seguiría controlando al Estado a través de él. Me equivoqué de medio a medio, lo reconozco honestamente. Lo primero que hizo Riquelme, desde el mismísimo día de su toma de posesión, fue deslindarse del pasado, fijar su propio rumbo y mostrar con signos evidentes que nadie más que él sería el gobernador. A partir de entonces empezó una nueva etapa en la vida institucional de Coahuila. El nuevo gobernante consiguió eso sin recurrir a ataques o estridencias, sino cuidando la unidad del Estado y mostrando respeto por todas las corrientes políticas, lo cual le allegó la colaboración de los diversos sectores, incluso de los partidos de oposición, que sin hacer renuncia de sus principios colaboraron con él en la búsqueda del bien comunitario. Con el Congreso del Estado trabajó en armonía y colaboración, y sus iniciativas encontraron apoyo en la representación popular. Igual respaldo halló tanto en los empresarios como en los líderes sindicales y los trabajadores, lo que permitió una expansión considerable en la creación de empleos. En el curso de su gobierno ejercitó Riquelme cualidades que no todos los políticos practican: la prudencia, la mesura, el sentido de la conciliación. Gobernó para todos por igual, aunque se inclinó principalmente a favorecer a los más necesitados. Uno de sus mayores logros fue en el renglón de la seguridad. A mi Estado natal no han podido entrar las bandas criminales. Cuantas veces lo han intentado han debido retirarse al encontrar un fuerte blindaje conformado por las Fuerzas Armadas y las corporaciones policiacas estatal y municipales. Coahuila es el Estado más seguro del norte del país, y el tercero en la República. Eso ha hecho que la inversión privada y la actividad turística se hayan incrementado notablemente en la entidad. Atractivos que llaman a numerosos visitantes son los dinos y los vinos, es decir los dinosaurios —la riqueza paleontológica de Coahuila es inmensa— y los espléndidos vinos que se producen en las distintas regiones vitivinícolas locales, y que cada año obtienen primeros premios en los certámenes del mundo. El orden y la tranquilidad que privan en el Estado han hecho llegar inversiones nacionales y de 21 países que aquí han encontrado campo propicio para su actividad. Ningún renglón de la función pública fue descuidado en el sexenio. Las finanzas, la educación, la salud, las obras de beneficio colectivo, la cultura, el deporte, el medio ambiente, el desarrollo social, todo fue objeto de atención. La deuda se manejó con cautela, y no hubo asomos de corrupción o falta de transparencia. Pese a la pandemia y a los drásticos recortes al presupuesto del Estado hechos por la Federación la buena marcha del Estado no sufrió tropiezos, antes bien hubo avances de consideración en todos los aspectos. Ahora bien. La labor de un crítico consiste en señalar tanto lo malo como lo bueno. Si únicamente se dedica a subrayar lo malo, se convierte en criticón. Una labor de seis años en beneficio de mi suelo natal merece reconocimiento, y yo lo expreso sin ninguna reticencia. Tras haber rendido ayer su Sexto Informe, el último, Miguel Riquelme lleva consigo el aprecio general. De su talento y su dedicación pueden esperarse más frutos. Que todo sea para el bien de Coahuila y de los coahuilenses. FIN.
Mirador
Armando Fuentes Aguirre
La cocina de la antigua casa del Potrero se llena con aromas que para mí superan a los de toda la perfumería francesa.
La leña de manzano que arde en el fogón huele a sándalo o incienso. El té de yerbanís que borbotea en la olla hace que el bosque entre en la casa, y en la mesa la copa del mezcal serrano tiene hálito de espíritus benévolos.
Doña Rosa cuenta de la vez que don Abundio, su marido, fue a la ciudad cuando era joven. Se encontró con hombres del rancho que lo invitaron a estar en el mismo hotel en que ellos se hospedaban. Vio que cada uno de ellos metía en su cuarto a una mujer, y que al día siguiente le daban dinero. Les preguntó:
—¿Y a mí no me van a dar nada?
Reímos todos, y don Abundio se molesta. Masculla con enojo:
—Vieja habladora.
Doña Rosa figura con los dedos índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!…
Manganitas
AFA
“…Es un circo la Cámara de Diputados…”.
Repruebo su proceder,
pero cuido la expresión:
con esa comparación
el circo se va a ofender.
“…Abrirán ‘parcialmente’ los hoteles de Acapulco…”.
Desde ahora puedo afirmar,
como cosa bien segura,
que la citada apertura
comenzará por el bar.
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