Víctor Collí Ek
Nuevos ojos al problema
“The more themerriere” es una frase muy famosa que nos dice el Cambridge English Dictionary se usa para decir que una ocasión en más agradable si participan más personas en ella, pero que igual debemos considerar como aplicable a situaciones en donde frente a un problema, dejemos que igual existan más propuestas de solución.
Más adelante en el año se realizará la COP28 en los Emiratos Árabes, bajo la presidencia del sultán Al Jaber, una persona que procede del sector privado, especialmente del energético, de la industria del petróleo y el gas.
Muchos han criticado esta decisión precisamente afirmando que es esa industria una de las más responsables de los efectos del cambio climático, y además que estos asuntos deberían corresponder exclusivamente al sector público.
Una de las razones más recientes para criticar la presidencia de la COP28 es la propuesta del sultán de que su empresa Adnoc está planificando una expansión en petróleo y gas, y eso resultaría en una burla al espíritu mismo de las reuniones COP, por lo que debería de renunciar a su participación en la empresa privada. Aunque él mismo ha dicho que eso es ver sólo una parte de sus ideas, ya que igualmente ha propuesto mayor inversión en energías limpias y tecnologías de captura de carbón.
Ahora buscando un poco de perspectiva, si revisamos los alcances de las dos últimas reuniones la COP26 y COP27, ¿qué se ha conseguido? Para la primera de ellas el Pacto Climático de Glasgow, que entre otras cosas propuso la reducción de los gases de efecto invernadero a 1.5 máximo por encima de las medidas pre-industriales; reducción en el uso del carbón; mayor financiamiento para los países pobres, para afrontar los efectos del cambio climático y la conversión a energías limpias, etc.
La COP27, el llamado “Pacto Histórico” por parte del secretario general de Naciones Unidas, en el que se acuerda financiamiento a los países pobres a fin de poder rescatar y reconstruir los desastres que el cambio climático ha generado en ellos, el llamado fondo de pérdidas y daños.
Ambas reuniones y sus alcances tendrían en común muchas cosas, como el que no tienen efectos vinculantes, una falta de transparencia de cómo se llevarían a cabo específicamente esos objetivos, pero igualmente que fueron gobernados principalmente por el sector público.
Quizá después de tantas reuniones COP sea el momento de dejar a más participantes y responsables estar activamente en la mesa de negociación, es algo que debe pensarse bien y no descartar de manera automática.
La propuesta por ejemplo del sultán Al Jaber de la necesidad de una mentalidad empresarial, con una actitud solidaria con un plan de acción ejecutiva y justificación clara, concretos indicadores de desarrollo claves y una agenda de acción ambiciosa, de ser real daría un empuje fuerte.
¿Más son mejor? Por lo menos escuchar lo que tienen que decir desde su trinchera es importante, y lograr compromisos claros lo es aún más. Una presencia activa de empresas privadas —sin dejar de lado a la sociedad civil— hace de la COP28 en ya histórica, lo que nos queda por el bien de nuestro hogar es que sí se alcancen progresos claros a partir de un pacto realmente consensuado.
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