Tribuna Campeche

Diario Independiente

Libertad de represión

Dependiendo de cómo resuelva el conflicto con los policías, podremos anticipar cómo la señora Sansores concluirá los tres años que le restan: si dialoga, escucha, razona y resuelve, o recurre a su libertad de represión…

Uno de los síntomas de los pésimos gobiernos, es la forma como se relacionan con la prensa o, genéricamente hablando, con los medios de información.

Los gobiernos totalitarios, absolutistas, dictatoriales y antidemocráticos, mantienen una relación tensa, de confrontaciones, reclamos, persecuciones y hasta encarcelamientos contra las voces críticas, y los medios que dan voz a esos señalamientos, por lo común son obligados  a cerrar.

En Campeche no vivimos un Estado que haya demostrado respeto a la libertad de expresión. Desde su primer día de Gobierno —y mucho antes, desde los preparativos para su toma de protesta— la gobernadora se cerró a todo diálogo con los medios. Se comunicaba con la sociedad a través de escuetos boletines o entrevistas con medios cómodos.

Ya en el ejercicio de sus funciones, una de sus primeras decisiones fue encargar a su torpe e inepto jefe de prensa, Walther —con h— David Patrón Bacab, sirviente de su sobrino Seso Loco, con nula experiencia en medios de comunicación, que presentara demandas por daño moral contra periodistas y empresas periodísticas, en lo que ha sido una confrontación perenne de esta Administración.

Hay quien dice que la señora Sansores se pasa la mayor parte del tiempo litigando —contra Alito, Elito y los medios de información— en lugar de concentrar su tiempo e imaginación en lograr mejores opciones de desarrollo para la entidad. Y aunque ya lo hemos apuntado varias veces, no está de más repetir que esta Administración Estatal no ha hecho obra pública. Sólo ha repintado la existente.

La “comunicación” de Layda Sansores con la sociedad pretende hacerlo a través de su programa “Martes del Jaguar”, y está bien que lo intente, sólo que con ello demuestra su verdadero carácter autoritario y cerrado a las voces ajenas. El suyo es un gobierno de monólogos y autohalagos, pues quienes piensan distinto son perseguidos, hostigados y castigados.

Preocupa el futuro que se avecina para la entidad en esta segunda mitad de su Administración. Y nadie se equivoca si considera que, dependiendo de la forma como resuelva el conflicto con los policías, podremos anticipar cómo la señora Sansores concluirá los tres años que le restan: si dialoga, escucha, razona y resuelve, o recurre a su libertad de represión, ahora que, en lo inmediato, ya no tiene nada qué perder en los comicios…

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