SANTIAGO, Chile (Reuter).- La crisis hídrica que ha golpeado a buena parte de Chile en los últimos años ya se ha extendido hasta el extremo sur del país, donde los campesinos temen por la subsistencia de su ganado y siembras en medio de las condiciones climáticas extremas que posee la turística región.
Fuertes ráfagas de viento y bajas temperaturas caracterizan a la región de Magallanes, la más austral del mayor productor mundial de cobre y puerta de entrada al continente antártico.
Y pese a estar rodeada de fiordos y grandes extensiones de hielo, la disponibilidad del agua para consumo y labores del campo está siendo cada vez más limitada, lo que llevó al Gobierno a decretar emergencia agrícola, principalmente por la falta de lluvias en el invierno pasado.
“El año 2022, por ejemplo, Punta Arenas (la capital regional) fue el año más seco en 52 años”, comentó el climatólogo de la Universidad de Magallanes Nicolás Butorovic.
Con esto, la región que alberga a las turísticas Torres del Paine se alinea con la zona central del país sudamericano, que tiene más de una década azotada por la sequía.
La ausencia de lluvias en Magallanes, unida a la acción del viento, está provocando que no crezca el pasto, vital para la alimentación del ganado.
“Se nos viene un invierno muy complicado, ya que la falta de agua para el consumo de animales es el problema, pero además tenemos que ver de que si no existe el agua de riego, agua de lluvia el pasto no crece, estamos hablando de que va a faltar alimentación para nuestro ganado”, dijo Cristian Vivar, dueño de una lechería local.
Por su parte, Bernardita Contreras comentó que pudo sacar una primera cosecha de ruibarbo, pero no tendrá la misma suerte con un segundo lote.
“Ya no hay esperanza de recuperarla porque no hay agua, no tenemos para regar”, lamentó.
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