Por sus nulos resultados, Morena necesitará aliarse hasta con el diablo para mantenerse como Gobierno en Campeche, y Alito se presta para ese tipo de alianzas, con tal de mantener su impunidad…
Convertido en ave de tempestades dentro del partido que dirige, el exgobernador de Campeche, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, va a pasar a la historia, como el personaje que le puso el último clavo al féretro del PRI.
Vilipendiado por quienes en su momento lo arroparon y lo ayudaron a encumbrarse, Moreno Cárdenas ha demostrado una vez más, que no conoce de lealtades sino de intereses, y que es capaz de traicionar a quien sea, con tal de salirse con la suya.
En ese contexto, Alito también es capaz de aliarse hasta con el diablo si con ello obtiene lo que se propone y lo que le convenga a sus intereses.
Lo que ocurrió el pasado domingo durante su pasada 24 asamblea nacional, pasará a la historia más sensible de ese nonagenario partido político. Puede ser el momento cumbre en que sus propios militantes, embelesados con el encanto de Moreno Cárdenas, y a su servicio, sea porque están en la nómina o porque de él han recibido favores —o esperan recibirlos— le confirieron el don de la perpetuidad en el cargo y con ello acabaron con una tradición de no reelección que tanto valoraba el PRI.
No es un regalo cualquiera. Es lo que Moreno Cárdenas necesita para empezar a planificar su proyecto de reconstrucción del partido. Proyecto que no descarta la posibilidad de aliarse hasta con Morena si con ello salva su pellejo, haciendo crecer al partido y simulando que van retornando por el camino de la victoria.
En ese proyecto, Campeche juega un papel esencial. Alito y Layda comparten una obsesión contra Eliseo Fernández Montúfar, que podría conducirlos a aliarse para impedir que Movimiento Ciudadano se quede con la gubernatura en 2027. Nótese que el presidente López Obrador, lo mismo que Sansores San Román, ya no han vuelto a “tocar” a Moreno Cárdenas, y de un momento a otro dejó de ser el villano preferido de ambos.
En contraparte, el discurso de Alito contra Morena ha sido más moderado, para tratar de no romper ese puente de cristal que parece estarse construyendo para fusionar a los dos PRI’s que tiene actualmente nuestro país: el tricolor, al que se aferra Moreno Cárdenas, y el guinda, que próximamente quedará bajo el control absoluto de López Obrador, una vez que concluya su mandato presidencial.
Ese partido que se está debilitando a paso veloz, por el fiasco que han resultado los gobernadores que han surgido de sus filas, como Layda Sansores, quizá el peor de todos.
Por su pésimo desempeño, Morena necesitará aliarse hasta con el diablo para mantenerse como Gobierno en Campeche, y Alito se presta para ese tipo de alianzas, con tal de mantener su impunidad y seguir cosechando migajas de esas coaliciones perversas.
Pero este tema aún dará mucho de qué hablar.
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