DIPUVÁNDALA ESTRENARÁ CASA. Tras aquella frustrada campaña de 1997, muchos integrantes de la resistencia civil recibieron en agradecimiento por su solidaridad y lealtad un terreno en el balneario San Lorenzo, donde los Sansores tienen su majestuosa casa con muelle a orilla del mar.
Una de las premiadas fue la hoy diputada local vandalizadora de propiedades ajenas, Elisa María Hernández Romero. No tenía dinero ni para limpiarlo, y era común verla ahí los fines de semana chapeando y recogiendo piedras alrededor de la palapita de tres metros de diámetro, en la que jugaba su familia.
Pero su miseria terminó con el triunfo de la 4T —al parecer el sueldo que ella percibe no es el mismo que entregan a sus compañeros de bancada—, y su millonaria construcción avanza sin cesar a ritmo galopante. La diputada está a punto de estrenar su vivienda frente al mar, gracias a este Gobierno que gobierna por y para los pobres.
Pero, ¿pues cuánto gana un diputado local? Su salario de 120 mil pesos mensuales no alcanzaría para cubrir el tamaño de la construcción que ostenta. A menos claro, que la apoyen su hija, Mariana Baeza Hernández, que como directora de Ximbal se embolsa 40 mil pesos, y su yerno, Jorge Salazar Coral, cuyo salario en el Infonavit es de 28 mil pesos.
Así sí cuadran las cuentas. Envidiable la suerte que tiene esta familia, que goza de una bonanza económica al calor de la 4T mientras vandaliza propiedades ajenas. ¡Que vivan los pobres!
DENUNCIAS SIN FONDO. Por cierto que en alguno de sus Martes del “Caguar”, la gobernadora denunció que una red de factureras trabajaron con su antecesor, Alejandro Moreno Cárdenas. Entre los nombres que reveló estaban los de los sobrinos de la dipuvándala Elisa María Hernández Romero, propietarios de conocido restaurante.
Como es costumbre, la denunciante de televisión jamás llegó a la Fiscalía a aportar pruebas, porque lo suyo es el escándalo y la provocación. No sabe lo que es trabajar y mucho menos cumplir. Ha sido un parásito de la política desde que su padre le pidió a Carlos Salinas que le diera trabajo… Y no ha cambiado.
RENOVARSE O MORIR. Después de la derrota que sufrió el PRI de Campeche en la elección de 2018, en la que perdió Presidencia, senadurías y diputaciones federales, debieron tomarse medidas emergentes para reagrupar lo que quedaba del partido. Pero no se hizo. Se insistió en un proyecto político que terminó por enterrarlos.
Hoy pareciera que del PRI sólo queda su dirigente estatal, Ramón Santini Cobos, sorprendido tratando de manipular la elección municipal de Campeche, lo que lo obligó a sacar las manos del proceso y a respetar el sentir de la militancia que le queda a su partido.
Sólo cuando los partidos son mayoría, pueden darse el lujo de imponer en puestos y candidaturas a quien se les pegue la gana —como hace Morena imponiendo gente que ni es de aquí—, porque no les interesa la militancia. Pero la moneda tricolor es opuesta, tiene que apostarle a la militancia para buscar ganar mayoría. Esperemos haya aprendido la lección el Cachorrote, que ya está bastante grandecito para saberlo.
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