Tribuna Campeche

Diario Independiente

Sombreros ajenos

Lo cierto es que ni Layda Elena ni su querida Marcela tienen nada qué presumir sobre el reconocimiento del Departamento de Estado de EU a Campeche y Yucatán como estados seguros…

Colgadas de una inserción pagada en un diario de circulación nacional, en que se destaca que “Yucatán y Campeche son los dos únicos Estados seguros, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos”, las comadritas Layda Elena y Marcela Muñoz se han atribuido ese reconocimiento que, por cierto, no es nada nuevo. Data de hace más de 15 años, cuando nuestra entidad sí era la más segura del país.

“Nada nos detiene”, posteó en sus redes sociales la guanajuatense que encabeza la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana, mientras que las páginas digitales al servicio de la insensata y mentirosa gobernadora Layda Sansores se atrevieron a retar a la opinión pública con un infantil “¿no que no?”, a quienes hemos sostenido que Campeche enfrenta sus peores niveles de inseguridad.

Eso de que “nada nos detiene” que posteó la inepta y negligente Marcela Muñoz tiene un fuerte tufo a impunidad. Se sabe protegida por su querida gobernadora. Está consciente que es ella la secretaria más poderosa del gabinete. La única que tiene el afecto real de la anciana mandataria. Incluso se dice que la quieren más a ella que al sobrino Seso Loco, quien decidió replegarse y dejar de ponerle piedritas en su camino, porque bien dicen que no hay borracho que coma fuego, drogadicto que sea tan terco o loco que trague lumbre.

Lo cierto es que ni Layda Elena ni su querida Marcela tienen nada qué presumir sobre el reconocimiento del Departamento de Estado de EU. Puede afirmarse incluso, que a pesar de ellas, a pesar de sus pésimas estrategias en materia de seguridad y de combate a la delincuencia, Campeche aún es uno de los más seguros del país.

Lo que no sabemos es por cuánto tiempo podremos conservar ese estatus, ya que los sucesos violentos en Campeche ya están enturbiando el panorama, y hasta el obispo, los dirigentes empresariales, los líderes de organizaciones de la sociedad civil y —claro— la mayoría de los campechanos, tenemos la percepción de que las cosas están empeorando, y que las autoridades poco hacen para cambiar ese estado de cosas.

No deben conformarse las comadritas con el reconocimiento de una situación que data ya de varios lustros. Ya deberían dejar de saludar con sombrero ajeno, pues el trabajo que ambas han hecho en ese tema está a punto de despojarnos de ese privilegio. Confunden la tragedia de otras entidades, al compararla con la creciente violencia en Campeche.

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