En el marco del Año de la Eucaristía se celebra el Corpus Christi, y el hecho que la custodia recorra las calles y los espacios donde caminamos, vivimos y laboramos, es recibir abundantes bendiciones de Jesús, señaló el sacerdote Francisco Velázquez Trejo, quien ofició la misa de mediodía en Catedral.
Señaló que la custodia de Jesús-peregrino ha estado visitando las parroquias, conventos, colegios y seminarios. Jesús, en la última cena, nos dejó un mandato, que la Iglesia considera su mayor riqueza y su más grande fortaleza: “Hagan esto en conmemoración mía”.
La eucaristía es el memorial del sacrificio de la cruz, donde Cristo se ofreció a Dios Padre, muriendo como intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de realizar para los hombres la redención eterna, quiso dejar un sacrificio visible, donde sería actualizado el sacrificio sangriento que iba a realizarse una única vez en el calvario, cuya memoria se perpetuaría hasta el fin de los siglos, para la redención de los pecados.
“La misa es la renovación incruenta del sacrificio del calvario. Allí hay un único sacrificio, una única víctima y un único sacerdote”.
La Eucaristía fue instituida en la última cena, tiene cuatro fines: la adoración a Dios por medio de Cristo; la acción de gracias por los beneficios recibidos; la petición del perdón de los pecados, tanto de los cometidos por los vivos como por los ya difuntos; y el fin impetratorio, para solicitar con humildad a Dios por las necesidades que vivimos, sostuvo.
Mencionó que celebrar la misa es comprometernos a la construcción del reino de Dios, reconcilia a los pecadores y a los que participan en la Eucaristía, Jesús mismo invita y manda a: “Hagan ustedes esto en conmemoración mía”, por lo que debe inspirar a un efectivo amor al prójimo.
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