Tribuna Campeche

Diario Independiente

Enterrar el hacha

Es una vergüenza que la gobernanta se deje llevar por sus odios, sus rencores y sus frustraciones. Ya es hora de empezar a trabajar y a dar resultados, o el pueblo se la va seguir cobrando caro…

Doña Chela amaneció el lunes con fuerte dolor de cintura, de espalda, de tobillos y de pantorillas. Se sumó a la “ola naranja” que fue a festejar el triunfo de sus candidatos con el bailongo en el Foro Ah Kim Pech, y se quiso poner al tú por tú con las bailarinas del “Pulpo” en ese arte de menear las caderas al ritmo de la cumbia, pero su edad protestó de inmediato.

“No puedo con mis huesitos, pero fue una verdadera fiesta popular. Muchísima gente le volvió a demostrar a la Tía Rata que a nosotros no nos pagan por ir a los eventos de sus adversarios o de sus enemigos. Ni me han pagado por marchar a favor de los policías, ni recibí un peso por votar a favor de la oposición, ni cobré un centavo por ir a bailar. Lo hago por el mero gusto de llevarle la contraria a la nefasta gobernanta…”, exclamó.

Don Julián, quien la escuchaba sentado en una de las bancas del Parque Principal, se rió de buena gana, pero también mostró un dejo de tristeza puesto que, por su edad y sus achaques, ya no está para esos trotes. “Pero seguí la transmisión a través de algunas páginas y pude percibir que, en efecto, hay una buena vibra, una buena relación entre la alcaldesa reelecta y la gente que fue a festejar con ella el triunfo de sus candidatos”.

—“Quien debe estar rumiando su coraje es la Tía Rata —añadió don Memín, quien también se dio su escapada para ir a mover el esqueleto en el bailongo— porque ella no ha sido capaz de convivir de esa forma con la gente, con esa cercanía y ese afecto sincero que se nota a leguas. Ella todo lo quiere comprar con dinero o con regalos ostentosos, cuando el pueblo lo que le pide es trabajo, resultados, verdadera vocación de servicio…”.

—“Eso es lo que le pedimos a las dos, intervino de nueva cuenta don Julián, trabajo y resultados. Ya basta de pleitos inútiles, que lo único que provocan es afectaciones a la ciudadanía. Ya es momento de que tanto la viejita como la joven alcaldesa, dejen a un lado su orgullo y se pongan a trabajar de común acuerdo. Cada quién en el ámbito de sus responsabilidades…”.

—“Pero el problema, concluyó, es que la Tía Rata no sólo está enemistada con nuestra alcaldesa, sino que tiene abierto varios frentes de batalla, de modo que es ella la que debe  enterrar su hacha de guerra y convocar a un trabajo conjunto a favor del pueblo. Es una vergüenza que se deje llevar por sus odios, sus rencores y sus frustraciones. Si no cambia, el pueblo se la va cobrar muy caro en las urnas, y esta vez la derrota será total…”.

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