Los primeros días de las campañas federales han permitido comprobar que la postulación del chiapaneco Aníbal Ostoa Ortega como candidato al Senado de la República, ha sido tremendo error.
Aparte de su edad, que no le permite la movilidad que se requiere por el ajetreo cotidiano de las campañas, a Aníbal le perjudica su origen foráneo, pues si bien es cierto que lleva viviendo en Campeche unas tres décadas, la verdad es que jamás se ha identificado como campechano.
Súmele el hecho de que nunca ha presentado resultados de su desempeño público. Ya fue diputado local y pasó de noche por el Palacio Legislativo, sin que se recuerde alguna aportación, por mínima que fuese, para el beneficio de la sociedad campechana. Cobró muy bien sus dietas y bonos, y jamás se le vio encabezando gestiones o resolviendo planteamientos ciudadanos.
Llegó al Senado por el tsunami obradorista de 2018, pero casi no hizo campaña hace seis años. Tuvo la suerte de que los votos inerciales de la elección presidencial, terminaran favoreciéndolo inmerecidamente. Y así como no hizo campaña, tampoco asumió compromisos y mucho menos regresó a agradecerle al electorado con gestiones y resultados, el que hayan tachado las boletas con su nombre.
Como secretario de Gobierno prácticamente pasó inadvertido. Entre sus confrontaciones de todos los días con el Seso Loco y con el sinaloense Armando Constantino Toledo Jamit, y el hecho de que debilitaran su Secretaría para darle más poder a Marcela, el chiapaneco se achicopaló y se replegó en su sombrío despacho por donde no se paraban ni las moscas.
Entregó varias veces su renuncia no tanto porque estuviera consciente de su inutilidad, sino porque quería regresar al Senado para recibir los bonos de retiro que están por entregar, y porque desde su escaño trabaja menos que en el cuarto piso del Palacio de Gobierno donde al menos tenía que hacer acto de presencia todos los días.
Si tan poco valoró su labor en el Senado, si no dio resultados ni regresó a visitar a los electores para ponerse a sus órdenes y encabezar sus gestiones, no se entiende por qué ahora quiere mantenerse en el Senado y está pidiendo que voten por su reelección.
Lo cierto es que por ahora los números no le favorecen. Campeche podría ser de los Estados donde Morena no tenga el voto mayoritario, como no lo tuvo en los comicios de 2021. Lo predecible es que la fórmula de Morena al Senado sea derrotada.
Por eso es que ahorita la gran desesperación de Aníbal es que lo registren como cabeza de fórmula para que asegure su escaño por el principio de primera minoría.
Esta disputa por ver quién encabeza la fórmula —si es Martina o es Aníbal— confirma que arrancaron la campaña sabiendo que van a perder y que al menos quieren asegurar su hueso como los segundos con mayor votación.
Pero hasta eso está en riesgo. Tanta aversión ha generado la gobernadora en su contra, que el voto de castigo va ser masivo. Al tiempo.
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Que vieja tan terca