Sergio Aguayo Quezada
Un aspecto central de la campaña de Claudia Sheinbaum será la manera en cómo se distancie de algunas fobias presidenciales. Es el caso de los maltratos infringidos por el Presidente a la comunidad de académicos y científicos durante los últimos cinco años.
Andrés Manuel López Obrador empezó su ataque contra la “mafia de la ciencia” el 14 de febrero de 2019. Se entendía que su
Gobierno quisiera acabar con el tráfico de influencias y los casos de corrupción en los que se habían involucrado algunas universidades (los escándalos de la “estafa maestra” eran recientes).
Resultó excesivo que el Conacyt interpusiera una demanda por delincuencia organizada contra 33 académicos; sin sentido, también, el desmantelamiento del Centro de Investigación y Docencia Económicas o la desaparición de los fideicomisos para la investigación.
Sorprendió la furia y rencor de los ataques contra un gremio que lo apoyó durante sus largas travesías por México. Es indudable que la UNAM y otras universidades tienen muchas reformas qué hacer, pero es absurdo calificar a la UNAM de “derechista”.
En todo caso sigue siendo un enigma la inquina del Presidente a menos, por supuesto, que la atribuyamos a traumas vividos durante su largo peregrinar por las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.
Mientras todo eso pasaba, Claudia Sheinbaum mantenía un discreto silencio seguramente nacido de la personalidad de Andrés Manuel López Obrador. Desde que ingresó al servicio público en el 2000 como secretaria del Medio Ambiente del entonces jefe de Gobierno, se convirtió en una operadora discreta y eficaz que rara vez contradice en público las ideas, propuestas y ocurrencias del ahora Presidente.
En junio pasado, David de la Garza y Marcela Moreno entrevistaron a Claudia Sheinbaum para Milenio. Le preguntaron “qué le diría a la comunidad científica inconforme con las políticas de la 4T hacia el sector”. Respondió con generalidades. “Hay que apoyar a la ciencia…
El fortalecimiento de la educación superior es muy importante… la ciencia, si se hace bien, con verdad, con entrega y ayudando a la gente, tiene mucho que aportar”. En el equipo de Claudia hay figuras que aseguran en privado que mejorará el trato a los universitarios.
De ella se espera mayor claridad por varias razones. La primera tiene que ver con el papel jugado por la capital durante la transición. Mientras la Independencia, la Reforma y la Revolución se iniciaron en el interior de la República, la capital ha estado a la vanguardia de la transición democrática.
Es la zona más urbanizada y educada del país, sede de los principales medios de comunicación y de una sociedad organizada y dispuesta a defender sus derechos. Califica para lo que el politólogo Guillermo O’Donnell señala como “ciudadanía activa y de alta intensidad”.
Los estudiantes universitarios pueden votar y de acuerdo con el Inegi en 2023 hay poco más de cuatro millones en el país. La CdMx tiene 552 mil y la UNAM, 373 mil. Esas cifras adquieren relevancia porque las elecciones capitalinas serán ferozmente disputadas. Tanto así que Sheinbaum logró colocar —por si Clara Brugada no levanta— como candidatode emergencia al popular exsecretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch.
La segunda razón tiene que ver con los orígenes de Claudia, quien se forjó dentro de una izquierda universitaria que tiene como su principal referente el Movimiento del 68. Esa explosión de energía ciudadana se diversificó en múltiples corrientes y grupos, uno de los cuales ha estado presente en la vida universitaria y es una de las bases del poder político de la candidata.
Así pues, uno de los hilos de la historia futura será la manera en que la aspirante de Morena a la presidencia redefina la relación de ese partido con los universitarios. En el corto plazo, una consecuencia no buscada será que el origen de Claudia y la importancia del voto universitario en la capital blinden el proceso de renovación del rector de la UNAM.
Cualquier movimiento en falso de los simpatizantes de Sheinbaum podría interferir negativamente en los posibles esfuerzos que la aspirante de Morena busque para lograr una reconciliación con los universitarios de la capital y el país. Es una corrección indispensable a una fobia presidencial transformada en una dañina política pública.
@sergioaguayo
Colaboró Jorge Araujo.
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