Tribuna Campeche

Diario Independiente

Declaración de amor a México | El Grito de Independencia

Fernando Serrano Migallón

Todos los países cuentan con rasgos propios de su quehacer colectivo. Cada comunidad, al igual que cada individuo, tiene personalidad propia que cuenta con múltiples manifestaciones; una de ellas es a través de sus fiestas representativas.
Existen celebraciones de distintas naturalezas: de carácter social, político o religioso. La fiesta más significativa en México es, sin lugar a dudas, el Grito de Independencia.
Hace más de 200 años, Miguel Hidalgo da el Grito, el 16 de septiembre de 1810. Este fue conmemorado por primera vez por Ignacio López Rayón en plena lucha insurgente de 1812; con el triunfo de la revolución de Independencia, a partir de entonces, a lo largo de la lucha independentista, el Grito se celebró entre batallas y de forma irregular.
Posteriormente, el debate se dará entre liberales y conservadores, los primeros pugnando porque se reconozca el 16 de septiembre como el origen de la Nación independiente, mientras que los segundos lucharán porque sea el 27 de dicho mes, en conmemoración a la entrada del Ejército Trigarante a la Capital, con Agustín de Iturbide a la cabeza.
Sin embargo, es, curiosamente, el monarca invasor, Maximiliano de Habsburgo, quien consagra definitivamente la fecha defendida por los liberales.
Aunque el grito de Hidalgo se dio el 16 de septiembre en la madrugada, la costumbre popular, quizá por el deseo de prolongar la fiesta, lo adelantó a la noche del 15, bajo el nombre de las famosas “Noches Mexicanas”, situación formalizada por primera vez por Porfirio Díaz, en 1885.
Lázaro Cárdenas reconoció a la Revolución Mexicana como social; Ávila Camacho vitoreo la solidaridad nacional; Díaz Ordaz apela a la concordia entre mexicanos luego del evento del 68; López Portillo hace honor a la mujer mexicana en la persona de Josefa Ortiz de Domínguez, entre muchos otros.
Así, el Grito ofrece la posibilidad de acercarse a las inquietudes sociales y políticas de los gobiernos y, como resultado, cada gobernante le imprime un estilo personal al evento.
El Grito de Independencia no es solo una ceremonia, es una confirmación de nacionalidad, de pertenencia y una declaración de amor a México.

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