Tribuna Campeche

Diario Independiente

Historia de corrupción

La historia política del reino de la Culebra y la Garrapata no había sido pura y limpia. Por el contrario. Había muchas manchas. Verdaderas atrocidades electorales se habían cometido para mantener en el trono al mismo partido Tricolor.

Uno de los maestros de la quiromancia, que transformaba votos en contra por sufragios a favor, que resucitaba a los muertos sólo para que acudieran a las urnas a respaldar a los candidatos tricolores, que desaparecía a los aspirantes opositores o los seducía a punta de billetazos, era precisamente el Sátrapa Negro, progenitor de la Tía Rata, y registrado en la historia autóctona como el peor de todos.

El más corrupto, el más saqueador, el más represor, el más mentiroso… hasta que llegó su hija, quien lo rebasó en todo lo malo.

En sus épocas de gloria, el partido Tricolor tenía un verdadero ejército de mapaches, es decir, expertos en torcer la voluntad popular, maestros del fraude, comerciantes del sufragio, tergiversadores del voto ciudadano y era el Sátrapa Negro su principal ideólogo. Gracias a él y a su ejército, su partido se mantuvo gobernando largos años.

Y eso le permitió crear un pequeño cacicazgo. Era tanto el dinero que saqueó durante su periodo como gobernante, que siempre tenía suficiente para imponer su voluntad a costa de lo que sea. Incluso a punta de pistola o aniquilando literalmente al adversario. Quitaba o ponía candidatos. Exigía cuotas de poder para los suyos. Quería ser siempre el poder tras al trono.

Sin embargo el poder se acaba. Un día quiso traicionar al partido que le dio poder, gloria e infinita riqueza, pero fue descubierto y acusado ante el Tatich Mayor del Imperio, por lo que fue defenestrado de manera vergonzante y enviado al destierro en sus vastas propiedades playeras del reino de la Culebra y la Garrapata.

Aún así, bastante mermado de sus facultades mentales, el Sátrapa Negro intentaba seguir influyendo en las actividades políticas. 

Un día recibió la visita en su lujosa mansión, de un Tatich Presidencial. De pequeña estatura y de acendrada calvicie, le preguntó para congraciarse si necesitaba algún favor en especial. Y él, que nunca dejó pasar oportunidad para  obtener alguna ganancia, le dijo que su hijita, a quien recién había ingresado a un centro de rehabilitación mental. No tenía trabajo y seguramente hacerla representante nacional del pueblo le haría bien a sus males psiquiátricos.

—Cuenta con eso —dicen que le contestó el Tatich Pelón Bigotón.

Y fue de esta forma como inició la peor desagracia que padecería años después el reino de la Culebra y la Garrapata. Así, con un favor obtenido por la vía de la corrupción, el influyentismo, el amiguismo y el compadrazgo, la Tía Rata se despojó para siempre del derecho a decir que es honesta… pero logró su capricho de tener trabajo, y de empezar a vivir a costillas del pueblo…

(Continúa…)

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