Se multiplican los reclamos de pobladores de los 13 municipios campechanos porque por todos lados las carreteras estatales y rurales se siguen deteriorando. ¿Y los 300 millones de pesos que se destinaron a ese rubro?
Finalizó 2024 sin pena ni gloria para la fallida Administración de la decepcionante Layda Sansores San Román y no vimos que se cumpliera su promesa del 1 de agosto pasado, de que se invertirían 300 millones de pesos para la “reparación total” de las carreteras estatales que se encuentran, varios de ellos, en condiciones intransitables.
Acostumbrada a saludar con sombrero ajeno, pues los méritos propios no existen, la farsante mandataria presume que hay avances del 11.8 por ciento en la rehabilitación de la carretera federal 186 (Escárcega-Chetumal), y de 11.75 por ciento en el tramo 180 (Nuevo Campechito-Champotón), es decir, no se ha avanzado ni el 20 por ciento en ambos tramos, lo que no habla de tortuguismo, sino de ineptitud.
En cuanto a las carreteras estatales, asegura la mentirosa Layda Elena que “se van a atender” 89 caminos estatales y que en 32 ya hay un avance total de 25 por ciento. Para ser más completa la mentira, le faltó decir de qué tramos se trata, ya que de esa manera, ocultando datos especiales, se evita que podamos ir a verificar que efectivamente se está trabajando, y lo mejor, no abre la puerta a las protestas de los habitantes de esas áreas que supuestamente se atienden.
Lo que abunda, no obstante, son los reclamos de los pobladores de los 13 municipios campechanos porque por todos lados las carreteras estatales y rurales se siguen deteriorando. Ninguna comunidad ha reportado la presencia de tractores, maquinaria o de personal efectuando labores de reparación. Ni tampoco el Gobierno ha mostrado pruebas de que de verdad está trabajando.
Porque recuérdese que el pasado primero de agosto, cuando la amnésica Sansores se refirió al tema, abundó que aportaría 300 millones de pesos para atender las carreteras estatales dañadas, y que no se trataría solo de labores de bacheo, sino de una reparación total, algo que por cierto, no se ve en ninguna parte.
Si pudiéramos hacer un comparativo, suponemos que en los 32 tramos estatales donde supuestamente se está “trabajando”, se ha hecho lo mismo que en las principales avenidas de la capital, donde la maquinaria solo se dedica a “raspar” el pavimento para “taparle el ojo al macho”, y después abandona la obra, con lo que causa más perjuicios en lugar de remediar el problema.
La excusa a que recurrió la represora Sansores para justificar la lenta reparación de las carreteras federales, es que se atrasaron los trámites y permisos. Nada ha dicho, sin embargo, para engañarnos sobre el porqué no se han reparado las vías estatales. No puede argumentar retraso en los trámites, ya que ellos se aprobaron una ley para que no le pidan permisos a nadie. Y no creemos que entre las causas de que no haya avances reales, la senecta Sansores vaya a admitir que sus funcionarios son ineptos e inútiles.
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