A un año de esos sucesos y de la histórica e inédita en el país, rebelión policiaca, ¿han mejorado las cosas? No. Al contrario, Marcela y sus foráneos han logrado pero el repunte de la incidencia delictiva…
Pocos hechos de interés público han quedado resguardados de manera tan firme en la memoria colectiva del pueblo campechano, como la lucha que iniciaron hace un año más de mil policías estatales, en contra de la corrupción, la ineptitud, negligencia e incompetencia de su jefa, Marcela Muñoz Martínez.
Ni la marcha más numerosa que respaldó sus gritos de fraude y robo en 1997, lograron concentrar la cantidad de gente que acudió a las manifestaciones en el malecón de la capital, para exigir la renuncia primero de Marcela Muñoz, y después, de la propia Layda Sansores.
Fue sin duda un nuevo despertar cívico. La explosión de una inconformidad reprimida. La catarsis de dos años y medio de frustraciones, desencantos y decepciones provocadas por la Administración de Sansores San Román.
El pueblo le dijo “ya basta”. La gente le exigió que se vaya junto con todos sus foráneos que solo llegaron a saquear, a vivir del erario y a propiciar, en el caso de Marcela, un repunte en la incidencia delictiva, de dimensiones escalofriantes.
Ha crecido tanto la delincuencia, que en la Fiscalía General del Estado decidieron ya no integrar carpetas de investigación por todos los reportes ciudadanos, sino solo por aquellos casos que sin imposibles de ocultar —homicidios, ejecuciones, violaciones, secuestros— o para los que tenga un interés muy particular la gobernadora, en contra de sus adversarios políticos o de los periodistas críticos.
Y es que la rebelión policiaca sacó a flote la tremenda podredumbre que hay en la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana; la ineficiencia de Marcela y de sus comandantes foráneos; el deplorable estado de las instalaciones, equipos, patrullas, camionetas, motocicletas y las áreas de descanso y alimentación de los elementos de guardia. Y ni hablar de los destacamentos foráneos, que carecen hasta de lo más elemental.
A un año de esos sucesos y de la histórica e inédita en el país, rebelión policiaca, ¿han mejorado las cosas? No. Al contrario, Marcela y sus foráneos le despojaron a esa corporación de la dignidad, entereza y valentía con que contaban hasta antes que ellos prostituyeran a la dependencia. Solo se quedaron con los peores, con los más sumisos, con los más serviles, y con los pragmáticos que están dispuestos a soportar esa y más humillaciones, con tal de alcanzar su ya inminente jubilación.
Pero Marcela y Layda Sansores nos despojaron de lo que era una de las mejores corporaciones policiacas del país. Que con sus defectos y todo, supieron mantener a Campeche como el Estado más seguro. Que suene la marcha luctuosa, en memoria y honor de quienes fueron despedidos por exigir justicia y respeto a las leyes…
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