ATESTIGUAN EL SOLEMNE ACTO MÁS DE 600 FIELES REUNIDOS EN SANTUARIO
Con fervor, alegría y cánticos, en un ambiente de esperanza fue bajado de su altar el Cristo Negro Señor de San Román, comenzando así las fiestas en su honor por el 457 aniversario de su llegada por mar a la ciudad de San Francisco de Campeche.
Durante la misa se llamó a permanecer firmes en la fe, todos artífices y constructores de paz con la ayuda de Jesucristo, y con la convicción de creer aún en medio de las dificultades.
Más de 600 personas, entre católicos y creyentes, atestiguaron la tradicional bajada de la imagen desde su altar. El Cristo Negro y su devoción remonta a los orígenes novohispanos de Campeche, ha presidido la vida, el ruego, el amor y el perdón de la población.
Como primer acto, en punto de las 12:00 horas comenzó la santa misa presidida por monseñor José Luis Canto Sosa, obispo de San Andrés Tuxtla, Veracruz, quien dijo que el mensaje de la palabra de Dios puede parecer desconcertante para nosotros que buscamos la tranquilidad.
“Jesús no incita a la violencia, sería absurdo; su mensaje de paz no puede mostrar lo difícil de su misión, lo complicado que resulta seguirlo y practicar su enseñanza, es decir, es preciso en primer lugar aclarar la palabra paz, y por qué el Señor nos la quiere traer”.
No se trata de la paz cómoda, barato fruto de la tranquilidad egoísta y falta de compromiso, Jesucristo trae otro tipo de paz que se conquista y construye a base de esfuerzo, aunque muchas veces se enfrenten infinidad de problemas, añadió.
Y destacó que el 14 de julio pasado, en Ciudad del Carmen, con alegría monseñor José Francisco González González declaró como patronos de la Diócesis de Campeche al Cristo Negro Señor de San Román y a la Virgen del Carmen.
La imagen milagrosa hecha de madera de ébano, con peso aproximado de 110 kilogramos, conocida también como “el negrito de San Román”, arribó a Campeche el 14 de septiembre de 1565, hace 457 años.
Ha sido testigo de huracanes, plagas, pestes, invasiones de piratas, asesinatos, guerras, tragedias, pandemias e incendios, pero igual ha alentado las alegrías del pueblo, consolado en las penas, escuchado y atendido las plegarias, por lo que en el corazón de los campechanos se conjugan devoción, amor y fe hacia él.
Seguidamente, mientras niños, jóvenes, y adultos cantaban con flores en la mano, aplaudían y coreaban múltiples veces “¡Qué viva el Cristo Negro Señor de San Román!”, ante el sonido de las campanas se procedió a la solemne bajada de la imagen que lucía imponente en su cruz de plata, con su corona y su santa túnica con hermosos bordados de hilos dorados.
El gremio de Colaboradores, con más de 14 personas, fue el encargado de cargarlo delicadamente desde los pies a la cabeza, para acostarlo sobre dos bases, y acomodarlo cuidadosamente en el presbiterio del santuario dentro de una cerca de metal, como medida preventiva contra el Covid-19, y donde permanecerá hasta el 3 de septiembre para que pueda ser venerada.
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