El desvarío mental de la hija del Sátrapa Negro empieza a ser de gravedad, y ya se nota en las emisiones de su programa de los martes, donde habla sin ton ni son de sus andanzas juveniles…
“Dicen que uno de los primeros síntomas de la enfermedad del Alzheimer, es cuando las personas senectas empiezan a desvariar. Se ponen a hablar de cosas inentendibles, banales, o de lo primero que recuerdan, cuando charlan con aparente normalidad”.
Don Memín hace una pausa en su plática durante las tertulias vespertinas en el Parque Principal, sólo para aclarar que no está hablando de don Julián, quien a sus ya 92 años, mantiene una ecuanimidad y lucidez asombrosas, que él atribuye a que durante toda su vida hizo a un lado las preocupaciones, y se alimentaba bien.
—“Hablo de la senecta mandataria que habita en el Palacio Real, y quien ya debe ser atendida de manera urgente por geriatras especializados, porque en su programa de los martes como que ya empieza a desvariar. Habla de todo, de sus aventuras de niña, de adolescente, de joven, de sus intimidades amorosas, y el colmo, hasta de las andanzas de su hermanita…”.
—“Es verdad, secunda doña Chela, en su programa del pasado martes se perdió en sus recuerdos durante más de 40 minutos. Ella se reía solita de sus andanzas, pero su lacayo acompañante, el tabasqueñito de gustos sexuales diferentes y muy comprometidos, y los demás acarreados que la acompañan en el set, se miraban unos a otros extrañados por esos extravíos mentales de la gobernanta”.
Don Julián se afina la garganta con un trago de su marañón con vodka y aclara que a pesar de su avanzada edad, él aún puede andar solo por las calles, recuerda con exactitud cada uno de los episodios importantes de su vida y tiene lucidez mental para debatir con quien se le ponga enfrente.
—“Además, tengo la conciencia tranquila, algo que no puede presumir la hija del Sátrapa Negro. Por eso es que sus neuronas se desgastaron antes de tiempo y si de por sí ha padecido de lentitud mental, qué se puede esperar ahora que está a un paso de ser octogenaria”.
—Lo que está muy mal —añade don Memín— es que la dejen sola. Se puede perder en la calle o peor aún, que la dejen hablando sola en su programa. Deberían colocarle un chícharo en el oído para que la orienten cuando empiece a desvariar. Al pueblo qué le importan sus amoríos juveniles o sus infidelidades matrimoniales. Hasta en eso causa pena”, subrayó
Los participantes en la tertulia vespertina acordaron enviar una carta al Tarado sin Cerebro, el sobrino predilecto de la senecta mandataria, para pedirle que no la lance “al aire” cuando sus facultades mentales anden extraviadas. “Da lástima, y además se le pueden escapar otras indiscreciones más graves que pueden afectar a su Gobierno”, señalaron.
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