Bien dice un popular refrán que changa vieja no aprende maroma nueva, y ese es el caso de quien malamente gobierna esta bendita tierra…
El centro ceremonial maya de Oxtee Tun, hoy conocido como el milenario y esplendoroso Calakmul, fue el escenario donde el Tatich Presidencial tabasqueño eligió para despedirse de nuestros coterráneos. En medio de la selva, entre el esplendor de los templos que nuestros ancestros construyeron en sus años de esplendor, se vivieron las últimas horas en el poder del cabecita de algodón.
Pero en ese evento, que debió ser igual de solemne que la grandeza del sitio arqueológico, siempre tuvo que salir alguien que lo arruine todo, que con sus payasadas propicie que se pierda la seriedad y solemnidad de un evento oficial de esa magnitud.
—“A ver, cuenta estimado poeta, ¿qué hizo esta vez la Tía Rata?, que es la persona que supongo a la que tú llamas la payasa del circo, y quien nos ha acostumbrado con su retórica rastrera, servil y corrupta, con el que supone que halaga a la figura presidencial, pero quien la verdad, la mira con compasión y lástima, porque coincide con el 90 por ciento de quienes la conocen en el sentido de que desde hace años se le cayeron varios tornillos del cerebro”, señaló don Julián.
—“En efecto, respondió el vate santanero, me refiero a la Ruca Gacha, quien volvió a ser el hazmerreír de los noticieros nacionales, porque al difundir las imágenes y la información de ese evento en el centro ceremonial maya, se mofaron otra vez del discurso lambiscón que pronunció, y en que cada vez se esfuerza por ser más zalamera que la ocasión anterior”.
—“No se puede esperar algo diferente de quien ha tomado como su estilo de vida ser arrastrada con el poder en turno —expresó don Julián. Bien dice un popular refrán que changa vieja no aprende maroma nueva, y ese es el caso de quien malamente gobierna esta bendita tierra de vastas selvas y milenarias zonas arqueológicas. Lo que no podemos permitir es que siga diciendo que habla a nombre del pueblo, porque nosotros sí tenemos dignidad y no necesitamos hacerle la barba a nadie con tal de conseguir favores políticos o para tener más poder”.
—“Lo cierto es que el ridículo ya esté hecho. El circo ya se desarmó, ya el Pejidente realizó su última gira de trabajo por nuestras tierras, y el eco del discurso servil y rastrero de la ancianita de Palacio aún se escucha por las piedras milenarias de esa vetusta, monumental e impactante ciudad maya. Qué pena por ella, pero así es y nunca va cambiar”, concluyó el poeta santanero.
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