Carlos M. Urzúa
El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, enviado recientemente por el Gobierno Federal a la Cámara de Diputados para su aprobación, tiene varias aristas preocupantes.
Entre ellas se encuentra el estimado que tiene la Secretaría de Hacienda sobre los gastos gubernamentales y, en consecuencia, sobre el déficit público que habrá en el 2024.
Antes de iniciar nuestro comentario al respecto, bien vale la pena hacer una precisión que es obvia, pero que al parecer se olvida, o simplemente no se entiende, en Palacio Nacional. Cuando un Gobierno incurre en un déficit público tiene que contratar, de manera irremediable, más deuda pública. No hay de otra.
Por ello, no tiene sentido alguno afirmar que este Gobierno no se ha endeudado, puesto que siempre ha incurrido en déficits y además éstos han ido en aumento al paso de los años.
El presupuesto federal enviado a la Cámara prevé que en 2024 el déficit total, de acuerdo con los requerimientos financieros que se espera tendrá el sector público, será del orden de 5.4% del PIB.
Así pues, dado que se prevé que el producto interno bruto de México en el 2024 sea mayor a los 34.4 billones (millones de millones) de pesos, el déficit público será, si bien nos va y crucemos los dedos para que sea así, del orden de 1.9 millones de millones de pesos.
Para darnos una idea de lo que ha sucedido en el caso del déficit público durante este sexenio, no está de más recordar que en el primer año de Gobierno de AMLO, en el 2019, el déficit total fue del orden de 2.3% del PIB de entonces, mientras que al cierre de su Gobierno se tendrá, si bien nos va, el mencionado déficit de 5.4% del PIB actual, más del doble tan sólo porcentualmente hablando (de hecho, 2.3 veces más).
La razón de ese incremento sustantivo del déficit radica, primero, en el gasto que ha tenido que hacer el presidente López Obrador para alimentar a sus elefantes blancos, entre ellos el inconcluso Tren Maya y la inconclusa refinería en Dos Bocas, por no hablar de esos vetustos paquidermos llamados Pemex y CFE.
Pero el déficit es también debido al creciente gasto en pensiones y al que se ha tenido que incurrir debido a los programas sociales que López Obrador continúa acrecentando por obvias razones electorales. De uno de estos últimos nos ocuparemos la semana que entra.
A las autoridades de Hacienda les ha dado por tratar de tranquilizar a los mexicanos publicando la creciente deuda pública no en términos absolutos, sino más bien en términos del PIB anual.
Además, para complementar su narrativa, las autoridades mencionan que ese cociente está rondando “tan sólo” el 50%, por lo que no se ha cruzado todavía el umbral que enciende los focos rojos internacionales, como es el caso de otros países latinoamericanos.
El problema con ese argumento es que, en términos del PIB, la recaudación tributaria en México es significativamente menor que en esas otras naciones.
Esto tiene como consecuencia el poco gasto en educación, salud, seguridad e infraestructura pública que tiene nuestro país. Si no se cambia el rumbo por donde nos está llevando este Gobierno tan ignorante e irresponsable, corremos el riesgo de desbarrancarnos.
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