La tortura a la que fue sometido un bebé de meses de nacido, al que le enterraron al menos nueve agujas en los talones en el 2016 quedó prácticamente impune, luego de que la persona encontrada culpable no pisó la cárcel ante la condena menor a tres años de prisión por violencia familiar.
La pena a la que fue sometida N.M.C., abuela paterna del infante, fue de dos años y nueve meses de prisión, sin embargo y luego de que los magistrados de la Sala Penal ratificaron la condena, la mujer solicitó la conmutación de la misma, es decir pagó una garantía para no ir a la cárcel.
La condena —dos años y nueve meses— concluyó en septiembre del 2022, al dilatarse el proceso judicial ante los recursos de inconformidad que promovió la abuela y su defensa. El bebé había sido torturado como parte de un ritual de brujería en Calkiní.
De acuerdo a lo integrado en el expediente judicial 255/17-2018, las investigaciones iniciaron a mediados del 2016, cuando la mamá del bebé —de menos de un año de nacido— descubrió la tortura a la que fue sometido su hijo del que perdió provisionalmente su custodia.
El infante quedó bajo el cuidado de los abuelos paternos en Calkiní, N.M.C., abuela quien vive con su pareja V.C.P. y del papá del pequeño, J.A.C.H.; aparentemente, el abuelo se dedica la brujería.
La mamá iba a visitar al pequeño los fines de semana. En una ocasión notó que le salía pus del talón izquierdo, el cual lo tenía también hinchado, además de que no dejaba de llorar.
Al tener el tiempo limitado de visita, le informaron sus exsuegros que lo llevarían con el médico. A la siguiente visita vio a su hijo con el mismo malestar y pie hinchado, por lo que decidió llevarlo con el médico.
En la consulta se llevaron una desagradable sorpresa al encontrar por lo nueve agujas enterradas en sus talones; la agresión había sido planeada ya que a estos objetos les quitados el ojal para no ser visualizados a simple vista y evitar que fueran retirados con facilidad.
Versiones no oficiales señalaron que la tortura a la que fue sometido por semanas el bebé era parte de un rito de brujería. Actualmente, la víctima se encuentra bajo terapia para poder caminar normal.
Ante la querella de la mamá, los abuelos y el papá fueron detenidos mediante orden de aprehensión en octubre del 2016. En ese mismo mes y año se llevó a cabo la audiencia inicial en la que solamente N.M.C. fue vinculada a proceso y obligada a firmar periódicamente ante la Unidad de Medidas Cautelares (Umeca). No la enviaron a prisión.
En el 2018 la defensa de N.M.C. y la mamá del niño apelaron la vinculación a proceso ante la Sala Penal del PJE. La madre del infante buscaba que todos fueran sujetos a investigación judicial, además de proponer cargos más severos.
Los magistrados del Tribunal de Alzada resolvieron el 11 de febrero del 2019, ratificando la vinculación a proceso por violencia familiar. Las diligencias judiciales continuaron pese a los recursos consecuentes que emitió la defensa y en el 2020, de enero a febrero, iniciaron las audiencias de juicio oral en la que encontraron culpable a N.M.C.
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