El viernes 12 de abril pasado, una turba se atrincheró en la carretera federal Escárcega-Xpujil-Chetumal, a la altura del monumento a la “Mujer Campechana”, e impidieron durante 29 horas la circulación vehicular, lo que generó pérdidas millonarias a los transportistas, sobre todo a los que trasladaban cargamentos valiosos, como alimentos, medicinas, combustibles, materiales de construcción, etcétera.
El reclamo de los habitantes: la falta de agua. Pero más que eso, la enorme, gigantesca, monumental mentira que les dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador al inaugurar el pasado 26 de enero, el acueducto López Mateos-Xpujil, en que se invirtieron más de 996 millones de pesos, para trasladar a lo largo de 97 kilómetros, el agua de la laguna de Centenario, hasta las comunidades de la región de Calakmul. Oficialmente se beneficiaría a más de 70 mil personas.
La realidad, como hemos publicado en este espacio en infinidad de ocasiones, y como recientemente documentaron reportajes de TV Azteca y Televisa, es que la obra no está terminada, las tuberías no están conectadas, y los trabajos fueron abandonados en varios tramos, y no se sabe cuándo se reanudarán, pese a que el presidente López Obrador les había prometido que tendrán agua entubada hasta sus domicilios en un lapso de nueve meses a un año.
La triste realidad es que ni siquiera ha salido una gota de agua de ese acueducto ficticio. Y esa fue la motivación para que cientos de pobladores, tanto de la zona urbana de Xpujil, Calakmul, como de las comunidades rurales del Municipio, salieran a protestar y que se atrevieran a bloquear durante 29 horas la circulación vehicular en esa importante, estratégica carretera.
¿Por qué el bloqueo en viernes? Porque los pobladores ya sabían que los viernes cada 15 días, el Presidente sobrevuela las obras del Tren Maya y el acueducto, y se reúne con los encargados de ambos proyectos para supervisar avances. Los manifestantes esperaban que durante el sobrevuelo, lo que el presidente López Obrador pudiera observar desde el aire, era la larga fila de vehículos varados en el tramo federal por culpa de sus mentiras.
Pero no. El Presidente no llegó el viernes. Lo hizo dos días después, el domingo 14. A escondidas se reunió en la base militar de Xpujil, pero no dijo una sola palabra sobre el acueducto. No ha emitido ningún regaño, o siquiera un susurro para que los calakmuleños sepan que le llegó el mensaje de su hartazgo.
Al final López Obrador ya está como Carlos Salinas y como Layda Sansores. Ni los ve ni los oye. Tiene sus propios datos. De mentiras, falsedades y ficciones. Como el acueducto de López Mateos a Xpujil.
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