Con cursilerías pretende la farsante gobernadora Layda Elena Sansores San Román esconder su ineptitud, negligencia e incapacidad para atender los principales problemas del Estado. Con sarao, vaquería y fiesta intenta simular que tiene arraigado los valores y tradiciones de Campeche, pero todas sus mentiras caen tarde o temprano por su propio peso.
Con total cinismo, caradura y desvergüenza, la inepta mandataria aseguró en su pasado programa del “Martes del Jaguar”, que “sí estuvo aquí” para coordinar las acciones para enfrentar las posibles afectaciones del huracán Milton, y que si no se difundieron informes puntuales del avance de ese gigantesco y peligroso meteoro (el peor de la actual temporada), fue “para no alarmar a la gente”.
Sin duda alguna que los reclamos de los campechanos por su constante ausentismo le han pegado en su negra y corrupta conciencia. El pasado domingo, para “demostrar” que estaba en Campeche, subió a sus redes un video insulso, anodino, insípido e insustancial, grabado en su lujosa mansión de la calle 45 del barrio de Guadalupe, donde se le ve limpiando su bolso de chucherías y baratijas.
No le fue muy bien por cierto en los comentarios de la gente en torno a ese insignificante video, pero el hecho nos da margen para preguntarle: si tuvo tiempo para grabarse limpiando su asqueroso bolso, ¿porqué no subió alguna imagen, video o audio de las reuniones del Consejo de Protección Civil que dice que presidió durante los días cruciales del paso del huracán Milton?
No los subió porque no los tiene. Y no los tiene porque no estuvo aquí. Porque mientras los campechanos y principalmente los de Isla Arena, se encomendaban a Dios para no sufrir con dureza los embates de Milton, ella y su amada Marcela disfrutaban de ostentosas bacanales en la capital del país, y cuando se dieron cuenta de la peligrosidad del huracán, ya no pudieron regresar, pues los aeropuertos habían sido cerrados y volar hubiera sido un riesgo para ellas, (y un absoluto alivio para el resto de la población).
Tan no estuvo aquí la senecta mandataria, y tan desinformada está de los estragos de Milton, que en su pasado “Martes del Jaguar” no se ocupó de ese tema para informar qué acciones hará para apoyar a los más de 200 pescadores que perdieron sus lanchas, o a los agricultores afectados en sus cosechas, sino para justificar que estuvo al tanto de todo lo que pasaba y giró instrucciones puntuales para apoyar a la población.
Si eso fuera así, ¿por qué no se ha ocupado de los cuatro pescadores de Sabancuy que están desaparecidos desde el paso del huracán, al hacerse a la mar en un barco de mediana altura que zarpó del puerto de Progreso, Yucatán?
La insensible e irascible mandataria no se ha solidarizado con el dolor de cuatro familias sabancuyeras que siguen sin hallar a sus parientes, pues a pesar de que la embarcación en que viajaban ya fue localizada, sus cuerpos siguen sin aparecer.
Mientras que el Gobierno de Yucatán se avocó a respaldar las acciones de búsqueda de los 18 pescadores que en total naufragaron por los violentos embates del huracán, aquí, la anciana de Palacio prefiere romantizar el hallazgo del pequeño Choco, tras seis días extraviado en las selvas de Palizada, para hacernos creer que “su” policía sí trabaja.
La realidad de las cosas es que todo el trabajo de búsqueda y localización del pequeño Joel, fue realizado día y noche por pobladores de la zona, por elementos del Ejército Mexicano y por integrantes de la Comisión Local de Búsqueda.
El foráneo “comandante Miranda”, a quien la vetusta mandataria presentó como el héroe de esa película, en realidad sólo se dedicó a recibir los reportes de las acciones que se realizaban, y después, cuando el niño fue encontrado, se tomó la foto para atribuirse todo el mérito. Igualito que su jefa, la mediocre y corrupta Marcela.
Ahora la ancianita de Palacio se “luce” presumiendo fotos con el pequeño Choco, politizando la ingenuidad de un niño que desconoce que esa señora a la que abraza y besa, le vale madre el futuro de miles de campechanos, le importó un comino el destino de 200 policías, sus familias y sus hijos, a quienes despidió arbitraria e injustamente, y tampoco le interesan los problemas de más de 100 jubilados y pensionados de la Universidad Autónoma del Carmen (Unacar) que siguen sin cobrar sus emolumentos y que por tanto, no tienen ni para el sustento diario.
Tal vez Choco ignore la ineptitud, ineficiencia, negligencia y corrupción de la anciana de cabello rojo que le lleva baratijas de juguetes a los que corresponde con abrazos y besos. Si la conociera, seguramente que volvería a encaminarse a la selva con sus dos perros, para alejarse lo más posible de la mala vibra de esa ancianita.
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