Preocupada por expulsar de la Universidad Autónoma de Campeche al rector José Alberto Abud Flores, la corrupta Sansores San Román no mide los riesgos.
Preocupa la terquedad de la inepta y cínica gobernadora cuando algo se propone. Ahora ha enderezado sus baterías en contra del rector de la Universidad Autónoma de Campeche, José Alberto Abud Flores, sin que le importe desestabilizar esa institución, que lleva años de tranquilidad conventual, sin el mínimo asomo de protestas.
Para ella lo peor es que hasta el momento no ha encontrado en los consejeros universitarios el entreguismo y la sumisión que esperaba. En alumnos y maestros tampoco, lo cual parece que la conduce a la desesperación, pues a cualquier costo pretende lograr la renuncia o la defenestración forzada del académico.
Todo el odio que destila en Abud Flores, nace de su negativa a permitir a los morenistas entrar a la máxima Casa de Estudios a promover su ideología —si es que tienen alguna—, para influir en próximos procesos electorales. Ese es el quid de la cuestión.
Pues bien, como señala el refrán, se enfrentan piedra con cocoyol. Abud ha demostrado entereza y se niega a entregar la plaza, sólo porque se atrevió a enfrentar el desafío que constituye convertir a esa institución en laboratorio para retener el poder, que se les escapa ante la desilusión que produce el desempeño de la arbitraria, cínica y corrupta Sansores San Román.
Y no se trata de defender aquí a Abud Flores. Se conoce su carácter, se sabe de qué gente está rodeado, no se ignoran cuáles son sus intereses, pero también hay que considerar que no son las formas de emprender su defenestración y menos exigirle que renuncie. No. Eso no. Así no es.
A la anciana de Palacio le han metido en la cabeza que es necesaria, de suma urgencia, cooptar las instituciones de educación media y superior, a efecto de que a futuro respondan a sus planes de permanencia en el poder. No se percata que le quedan pocos años de vida, y que lo mejor sería dejar huella de su paso por la gubernatura del Estado.
Pero por encima de cualquier circunstancia prevalecen sus odios y los odios, venganzas, requiebros y desviaciones de quienes la rodean, y le susurran al oído cómo actuar, comportarse y hablar.
Pero cuidado, la torpe, cínica y corrupta gobernanta debe entender que en la Universidad confluyen multitud de intereses, inclinaciones e ideologías. Que los pasos en falso pueden romper la tranquilidad que ahí se vive, y desatar acontecimientos que no ha contemplado.
Ojalá que supere sus traumas y que la vejez no llegue hasta la situación de chochera, que la lleve a insistir en la provocación, que le puede salir muy cara. Aunque bien, a los campechanos les podría servir para decirle adiós a más de tres años de tragedia, que se viven por su estúpida Administración.
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