VIOLENCIA ¿DE GÉNERO? ¿Por qué la desesperación de doña Corrupta Ardida del Anís por desaparecer esta columna? ¿Tanto le incomoda que le hablen en su idioma y a su nivel? Miente, pero no quiere que la desmientan. Critica, pero no quiere que la critiquen. Insulta, pero no quiere que la insulten. Desprestigia, pero no quiere que la desprestigien. Y en el colmo, no respeta, pero demanda respeto.
La semana pasada tuvo prisa en entregar citatorios (que pegaron en puertas), para entregar sus demandas (que también pegaron en puertas) que tienen como objetivo silenciar este espacio, alegando ¡violencia de género! ¿Acaso se comporta como dama? Y todas sus recurrentes agresiones, ¿no violentan nuestra integridad, privacidad, seguridad, prestigio, reputación y dignidad?
¿Qué nos hace diferentes? ¿El poder? ¿No son las mismas libertades, obligaciones y derechos, para el gobernante que para el gobernado? Doña Corrupta Ardida del Anís nos agrede desde septiembre del 2021 y continúa haciéndolo, por lo que responderle no constituye delito. Es derecho a la defensa. La sopa de su mismo chocolate.
DEGENERE DE GÉNERO. Según el diccionario, al hablar de género se hace referencia “a los atributos sociales y las oportunidades asociadas con ser hombre o mujer”. Hablar de degenere es referirse “al paso de una condición o estado a otro contrario o peor”. Según el IMSS, “se conoce como violencia de género al maltrato que ejerce un sexo hacia el otro, que puede ser de hombre hacia la mujer o viceversa”. ¿Por qué tanta definición?
Porque doña Corrupta Ardida del Anís inició, junto con su mandato, un programa semanal en el cual no se podía determinar su “género”, pues era evidente que carecía de atributos sociales, su conducta y vocabulario daban feroz cuenta de ello. Tal programa tenía un “degenere” progresivo, conforme transcurría la transmisión, para inmediatamente incurrir en salvaje “violencia de género” hacia sus enemigos, críticos y opositores.
Cada semana, desde hace 20 meses, destroza la reputación de hombres y mujeres —basta con revisar cada uno de sus denigrantes programas—, pero hoy quiere, reclama, demanda y exige respeto a su confuso, difuso, ininteligible, oscuro, dudoso, inextricable y turbado “género”. ¿Qué esperaba recibir tras excretar tanto rencor, encono, enemistad y odio? Cosecha lo que sembró. Lo sabe. Por eso ahora abusa del poder para intentar obtener su “respeto”.
VIOLENTADORA DE GÉNERO. Así se define a la “persona que se maneja con convicciones autoritarias y excluyentes y un lenguaje de acción que cercena a otro”. Como anillo al dedo viene el término a doña Corrupta Ardida del Anís, que ahora utiliza toda la estructura legal de los campechanos para hostigar y silenciar esta columna, que puntualmente le señala sus verdades, deficiencias, corruptelas, robos, desfalcos, complicidades y demás delitos en que va incurriendo.
Consejería, Fiscalía, juzgados y hasta el delincuente del Indajucam, todos con sueldo oficial, tienen la tarea, consigna y objetivo de entorpecer nuestro trabajo periodístico con la excusa de supuesta violencia —que no es más que respuesta a su violencia— de género degenerado. Para ello utiliza recursos públicos para financiar sus vendettas y batallas legales. Así de grande es la desesperación de la rata que ruge como jaguar.
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