CLAUDIA VINO, VIO Y NO CONVENCIÓ
Si los ‘operadores’ de Morena no hubieran recurrido al acarreo, el reparto de refrescos y pizzas y discreto pago en efectivo para incentivar la asistencia de simpatizantes, los eventos que encabezó Claudia Sheinbaum Pardo en Campeche habrían estado prácticamente vacíos. Ni siquiera llenó el Centro de Convenciones, donde le “rentaron” varios salones para dialogar con una militancia a la que no le prestaron el micrófono. No entusiasmó. Fueron actos desangelados.
Tampoco pudo llenar la reducida explanada de la Concha Acústica. A los cientos de acarreados de los 13 Municipios los hicieron esperar más de tres horas, para escuchar un discurso monótono, vacío, repetitivo, ausente de compromisos y sin empatía con las necesidades de los campechanos.
No sólo eso. Los pocos auténticos morenistas que sí acudieron a saludar a su candidata presidencial, se tuvieron que conformar con verla de lejos, separados por vallas metálicas y decenas de guaruras armados, mientras que los arribistas, en su mayoría expriístas que jamás hicieron trabajo de campo, se pavoneaban en las primeras filas e incluso en el templete, desde donde agradecían los aplausos inerciales y alquilados.
Allá estaba el sobrino de la gobernadora, Gerardo Sánchez Sansores, otro expriísta que sin más mérito que ser familiar, intenta convertirse en político y en candidato a alguno de los cargos de elección popular. El Seso Loco debería mandar a sus espías a enterarse de lo que de él dice el morenista de base, para decidir si se lanza a la aventura de pedir el voto a los miles de campechanos que están decepcionados de las burradas de su tía.
Brillaron por su ausencia los observadores del Instituto Electoral del Estado de Campeche y sus homólogos del INE, que no quisieron tomar nota de la gran cantidad de camionetas, Vans, combis, taxis y autobuses utilizados para “facilitar el traslado” de los simpatizantes morenistas, petistas y verde-ecologistas.
Tampoco quisieron detectar el descarado reparto de dinero y comida —pizzas y refrescos— para el séquito de borreguitos que se alquiló para el evento. Deberían solicitar al menos las facturas de la renta de los salones del Centro de Convenciones para empezar a sumar el gasto multimillonario que le va representar al presupuesto público posicionar a la corcholata de AMLO.
No olvidemos que hace unos cuantos días el dirigente estatal de Morena, el chilango Erick Reyes León, se quejaba de que no tienen dinero para la nómina. Que han saldado sus compromisos financieros con las aportaciones del Comité Ejecutivo Nacional de su partido, y que, literalmente, “estaban en quiebra”.
Por eso sorprendió el derroche del sábado antepasado. ¿Cuánto costaron los eventos de Claudia Sheinbaum? ¿Quién aportó esos millones de pesos? Sin duda fue el Gobierno de Layda Sansores, que no se despegó de la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México ni para desayunar tacos de lechón tostado con Ruelas o cenar panuchos en los portales de San Francisco.
¿A qué le temía la gobernadora? ¿Que los campechanos de a pie le dijeran a la corcholata los pésimos y nulos resultados de su trabajo? ¿Que por gobernantes como Layda es que muchos crédulos que hace cinco años votaron por Morena ya no le volverán a dar la confianza, porque una vez que llegan al poder se convierten en las personas más arrogantes, soberbias, prepotentes y vengativas del planeta?
Cuentan que Claudia Sheinbaum se mostraba algo indispuesta, incómoda y hasta molesta con la presencia de su anfitriona, pero que disimuló por cuestiones de elemental cortesía y gratitud. Bien dicen que “quien paga manda”.
Lo innegable, insistimos, es que fue una visita desangelada, insulsa y nada fructífera. Cuando acudió al fuerte de San Miguel a observar el eclipse anular de sol, y luego de sortear vallas y guardaespaldas, algunos reporteros campechanos le solicitaron una entrevista.
—¿Qué se visualiza para Campeche con esta cuarta transformación?, le preguntaron.
—‘Seguir apoyando’, respondió parca, sin voltear a ver al periodista ni detener su paso.
También rechazó estar infringiendo las leyes electorales con actos de proselitismo anticipado y justificó: ‘Es falso, estamos haciendo el trabajo de coordinación de la transformación’, mientras su personal cortaba la entrevista y le hacía valla para que ingresara a ver el eclipse.
¿Seguir apoyando a Campeche? Que la señora nos diga dónde están los apoyos o a qué bancos los transfirió la gente de Layda Sansores, porque se desconoce dónde están los 50 mil millones que ha ejercido el Gobierno de Todos, sin obra y en decrecimiento tal que ni se sentirá el recorte anunciado de casi mil millones de pesos del gasto federalizado para la entidad en 2024.No sabemos si aquello de “seguir apoyando” a Campeche es simple respuesta o verdadera amenaza.
Poco después del mediodía, Sheinbaum Pardo estuvo en el Centro Internacional de Convenciones y Exposiciones Campeche XXI, donde sostuvo reuniones privadas con la militancia, y dialogó con ese grupo de periodistas afines a la 4T que se encuentran en la nómina de la Unidad de Comunicación Social. Como siempre, TRIBUNA, Telemar y otros medios independientes estuvieron vetados del evento, lo que confirma que la abanderada morenista carece de criterio para escoger a sus interlocutores.
Por la tarde y en abierto mitin de proselitismo, Sheinbaum Pardo secundó las perversas intenciones de su jefe, el presidente López Obrador, de acabar con una de las pocas instituciones independientes que le quedan al país, y se pronunció por la desaparición —“democratización le llama ella— de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a la que acusó de haberse convertido en “defensora de unos cuantos, en protectores exclusivos de una minoría”.
No sorprende que la corcholata oficial respalde incondicionalmente las ocurrencias de su jefe. Es la condición que le pusieron para quedarse con la candidatura y disputar a la oposición la silla presidencial. ¿Así, gris, sin ideas propias, convertida en copia al carbón de las ocurrencias presidenciales, pretende convencer a los mexicanos de que es la persona que el país necesita?
Lo peor es que sostiene que no podrá sola con tanta responsabilidad. Lo confesó en su discurso: “Queda menos de un año para que el Presidente deje el Gobierno. ¿Y qué va a ocurrir después de eso? ¿Quién va a garantizar que continúe la transformación? Yo no puedo sola. Yo no puedo sola. Por eso, juntos, vamos a construir el segundo piso de la trasformación de nuestro país…”.
Si no puede sola, entonces es claro que tendrá que recurrir a las finanzas de los gobiernos estatales y del Gobierno Federal, para apuntalar una campaña que no levanta, que está prendida de alfileres por su falta de empatía popular, y porque requiere de cuantiosos recursos públicos para aglutinar a simpatizantes. Recursos públicos que le quitan a obras y servicios, o a apoyos como para los jubilados de la Unacar, que llevan ocho meses sin cobrar su sueldo, y a quienes la gobernadora Layda Sansores sólo les ha dado migajas.
Necesita Sheinbaum que los gobiernos estatales presionen a instituciones públicas —como el Instituto Campechano— y organizaciones privadas para que se sumen a su campaña, aunque con ello hagan pedazos sus viejas exigencias de “piso parejo” para los próximos comicios.
Son apoyos que ciertamente López Obrador jamás recibió, a pesar de lo cual logró arrasar en las elecciones presidenciales de hace cinco años. Esa es la gran diferencia entre Claudia y El Peje. Y ese es el gran riesgo, sobre todo porque los principios de Morena y de la 4T todos los días se pisotean en Campeche y en el resto de las entidades pintadas de color guinda, en donde la decepción popular y el fracaso gubernamental amenazan la continuidad de este proyecto político que prometió muchas cosas y poquísimos buenos resultados aportó. Casi casi nulos.
CARGADA O RENUNCIA, LA OPCIÓN
¿Tienen o no razón representantes de organizaciones políticas, liderazgos y legisladores al demandar que la gobernadora Sansores San Román decida si se queda en la gubernatura, o se suma a la cargada a favor de Claudia Sheinbaum Pardo?
No puede continuar en la indefinición, con grave detrimento de los intereses de los campechanos, que sin sorpresa, observan que recursos, herramientas, personal, equipos e infraestructura de Gobierno son utilizados en la promoción irregular e ilegal de la imagen de la candidata de Andrés Manuel López Obrador a sucederlo.
De todos los confines de la geografía estatal procede la exigencia de que cese el aprovechamiento del más alto cargo político de la entidad, para la satisfacción de los intereses de la gobernadora. No podemos seguir así, es el comentario generalizado, y la preocupación por el rumbo que ha tomado la entidad.
Apenas el pasado lunes diputados locales del PRI y MOCI replicaban la pauta de amplios sectores campechanos, de que Sansores San Román decida cuál es su mejor opción, y abandone la gubernatura si pretende continuar en la promoción de la candidatura de Sheinbaum Pardo.
Hay que advertir que en Campeche Claudia Sheinbaum aclaró en su desangelado acto en la Concha Acústica el respeto que le merece la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), asediada, ninguneada, desacreditada e insultada un día sí, y el otro también, por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que concretó esta semana su proyecto de arrebatarle 13 de 14 fideicomisos, que representan más de 15 mil millones de pesos.
Cooptado el Poder Legislativo y amanuenses los gobernadores morenistas, que no se atreven a corregir la plana al Gobierno Federal, sólo queda capturar al Poder Judicial, que de manera independiente y ajeno a las recomendaciones de López Obrador, ha dictado sentencias que resultan imperdonables para el proyecto transexenal.
“La SCJN se ha convertido en defensor de protectores exclusivos de una minoría, por lo que la encomienda que nos toca es democratizar el Poder Judicial, y lo haremos cuando México sea gobernado por vez primera por una mujer”, sentenció Sheinbaum, tras firmar el “Acuerdo de Unidad para la Transformación”.
En el auditorio “Dr. Héctor Pérez Martínez”, Domo del Jaguar o Concha Acústica, donde pese al acarreo los morenistas apenas cubrieron tres cuartas partes de su capacidad, Sheinbaum dijo que el Presidente “ya democratizó” el Poder Ejecutivo, las Cámaras (de Diputados federales y de Senadores) y ahora nos toca democratizar el Poder Judicial, “porque ya vieron que los ministros de la Corte son beneficiarios exclusivos de unos cuantos”.
La intención es debilitar a ese poder, se insiste, porque ha sido freno a las decisiones arbitrarias, muchas fuera de lógica, emprendidas por López Obrador. ¿Cuánta razón tuvo hace muchos años el reconocido asesor político español Antonio Solá, cuando vaticinó que López Obrador era un peligro para México?
Hoy el país está dividido, polarizado, atosigado por la delincuencia, con un Tren Maya que ha arrasado con la selva peninsular, un sistema de salud precario, donde persiste el desabasto de medicinas, y por la carencia de vacunación, los niños han empezado a padecer enfermedades que se creían erradicadas.
La refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles son otros dos elefantes blancos que consumen recursos federales, y que son el resultado de la falta de imaginación, congruencia y análisis. Gravitarán sus operaciones durante años, si bien va, sobre las finanzas nacionales.
¿Estamos entendiendo el peligro que se cierne sobre el país de continuar las actuales políticas sociales, económicas, financieras, de relaciones exteriores, de compromisos con gobiernos que lastiman a sus pueblos y a los que se les elogia y subsidian sus ineficiencias y prácticas antidemocráticas?
Pues eso precisamente nos vino a advertir Sheinbaum. Que está dispuesta a continuar con la línea trazada por López Obrador. O sea, que seguirá el despilfarro en costosísimas obras inútiles, el desabasto de medicinas, los empleadores afectados por decisiones arbitrarias, debilitamiento de la Corte y los órganos autónomos, para impedir la fiscalización de actitudes y recursos.
Y en esas maromas está coludida la gobernadora Layda Elena Sansores San Román, un fenómeno de la incongruencia política. Lo que aseveró ayer, lo calla hoy. O sea, que en el futuro permanecerá muda, si los electores ratifican la permanencia en el poder de la cuarta transformación.
Pero mientras eso ocurre, Sansores San Román debe decidir si continúa como gobernadora de Campeche o se acomoda como dama de compañía de la segura candidata morenista a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo. Los campechanos no tienen porque resentir sus excentricidades, complejos, abusos, inclinaciones y futurismo político personal.
EL IEEC CENSURA Y REPRIME LIBRE EXPRESIÓN
En su desesperación por obtener más recursos para saldar deudas, cumplir compromisos financieros y tener presupuesto histórico en 2024 —más de 457 millones de pesos—, la presidenta del Consejo General del Instituto Electoral del Estado de Campeche, Lirio Guadalupe Suárez Améndola, y sus compañeros, han aceptado convertirse en especie de tribunal de la santa inquisición, al servicio de la gobernadora Sansores San Román y sus perversos intereses.
No sólo ha mantenido un acoso permanente contra las publicaciones de TRIBUNA, y ha secundado las denuncias por “violencia política en razón de género”, que ha tramitado la mandataria campechana, sino que también se entromete en la vida interna de los partidos, al marcarles que sí y que no pueden hacer con sus recursos, o con sus estrategias.
Sobre lo primero —secundar las quejas y victimizaciones de Sansores San Román— tenemos que lamentar la total parcialidad con que actúa el IEEC —Lirio Suárez y sus consejeros—, al no saber diferenciar entre una crítica política en contra de un servidor público en el desempeño de sus funciones —en este caso Sansores— y otra que puede surgir de la verdadera violencia en razón de género.
Vale la pena repetir que si Layda Sansores, Marcela Muñoz o Biby Rabelo de la Torre no quieren recibir críticas públicas por el desempeño de sus funciones, que renuncien y se encierren en sus vidas privadas. Allá nadie se metería con ellas ni las responsabilizarían de nada.
Tampoco sabe diferenciar Lirio Suárez, sus consejeros y la gobernadora, entre la crítica surgida de una declaración, una manifestación, un desplegado o de alguna otra fuente, que TRIBUNA y otros medios sólo reproducen —como correas de transmisión, mensajeros pues—, con la postura ideológica particular de cada uno.
Pretender que no le den voz ni espacio a organizaciones, asociaciones o actores políticos que en el ejercicio de su libertad de expresión critican a la gobernadora, es asumir una postura totalitaria, trasnochada, y es el inicio de una dictadura feminista que aniquila el discurso de equidad y justicia.
No es entendible que Lirio Suárez y sus consejeros se presten a las arbitrariedades de la gobernadora sólo porque requieren dinero para salvar sus pellejos, sobre todo los consejeros que maquillaron desvíos y malos manejos de su exjefa Mayra Fabiola Bojórquez González. Dejó de ser imparcial el IEEC.
Y de la gobernadora pues ¿qué se puede esperar si toda su vida ha vivido de sus caprichos, berrinches y pataleos? Niña rica a quien su papi le consentía todo, no puede ser jamás una mujer madura, pues siempre será berrinchuda. Menos será política incluyente, plural, demócrata y librepensadora. Ya no hablemos de sus padecimientos mentales, que son tema de psiquiatras.
“Mala y llorona” es el término que le acomoda muy bien. Porque ella sí puede insultar, ofender, ridiculizar, humillar, difamar y atacar con calumnias a sus adversarios, pero cuando le responden, entonces acusa “violencia política en razón de género”.
Ella puede usar las imágenes de sus adversarios para fabricarles audios, videos o hacer parodias y canciones en su contra, pero si algún medio de comunicación le responde igual, entonces grita que la utilizan sin su consentimiento y exige cárcel, la cámara de gases o la silla eléctrica para sus agresores. Es lo mismo. No está bien de sus cabales. No es persona equilibrada.
Pero eso no justifica que el IEEC ceda a sus caprichos. En alguien debió caber la prudencia, que como ya vemos, no está ni en Lirio Suárez ni en sus compañeros consejeros. Por ello nadie se explica que pretenda censurar las actividades de un partido político como se aprecia en el Acuerdo JGE/022/2022, mediante el cual aprobó la adopción de medidas cautelares en el expediente IEEC/Q/003/2022 en contra de Movimiento Ciudadano y en particular Eliseo Fernández Montúfar.
A Fernández Montúfar le ordenó dejar de promocionar en sus redes sociales los actos y programas sociales de apoyo a la ciudadanía y eventos proselitistas de MOCI, partido al que también obligó a dejar de usar la imagen o nombre del excandidato a la gubernatura del Estado, pues “lo estaría posicionando con miras al próximo proceso electoral”.
La Junta General Ejecutiva emitió medidas cautelares que obligan a Fernández Montufar y al administrador de la página de Facebook denominada “Eliseo Fernández Montúfar”, la suspensión de las campañas “becas naranjas” y los programas “mercadito naranja“ y “bacheo naranja”, y abstenerse de organizar, convocar, realizar y difundir eventos proselitistas o actividades iguales o similares a las denunciadas que busquen posicionar a Fernández Montúfar, servidora o servidor público y/o cualquier persona, frente a la ciudadanía con miras a los próximos comicios, lo anterior, en tanto sea resuelto el presente procedimiento ordinario sancionador por la autoridad competente”.
También ordenaron a MOCI abstenerse de utilizar el nombre e imagen de Fernández Montúfar en eventos, actividades y programas sociales para no posicionarlo frente a la ciudadanía con miras a los próximos comicios.
Abuso total, pues nada dice el IEEC de los abusos en que incurre la gobernadora Sansores en su Martes del Jaguar, donde promociona eventos y programas sociales de Morena para posicionar a su candidata Sheinbaum y se lanza contra todos sus adversarios, en un programa público, con recursos públicos y servidores públicos.
Lamentable el servilismo del IEEC. Y espanta saber que por ahora no hay en Campeche una institución que pueda garantizar el “piso parejo” para los próximos comicios, de suerte que le dejará a la ciudadanía la responsabilidad de sepultar con sus votos a estos aspirantes al totalitarismo y la antidemocracia.
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