En Estamos Unidos Campechanos hay nueva denuncia sobre despido injustificado, lo que demuestra una vez más que Layda Sansores y la guanajuatense continúan con su plan de venganza contra los policías que alzaron la voz ante el atropello laboral y de derechos humanos.
El ahora exoficial relata que hace unos días fue notificado que la resolución en su contra fue la baja definitiva, pero lo hacen sin respetar los tiempos del debido proceso. Están apresurados, critica.
Así, después de 10 años de servicio es despedido por apoyar y levantar la voz por sus compañeras(as), cuyos derechos fueron violentados en un operativo fallido, aunque al otro día las autoridades aseguraron que fue exitoso y no hubo heridos.
Y expone: “El detalle es que durante 10 años no había pasado este tipo de situación, y queda en claro que por ser servidor público no tenemos derechos humanos, tampoco podemos levantar la voz en contra de un mal Gobierno o mala administración con personas que no son del Estado y no conocen del sistema estatal”.
Durante mi servicio, continúa, dejé atrás a mi familia y olvidé fechas de cumpleaños y de convivencia familiar, pero todo cambió al atender a desconocidos que a cada momento te refrescan la vida con mentadas de madre.
No sólo somos oficiales policiacos, sino debemos realizar mil oficios para tener a un Estado donde debemos disimular que no pasa nada.
Muchos me criticaron, otros fueron solidarios, pero sepan que cuando porté mi uniforme lo hice lo más profesional que pude, apoyando a mis compañeros(a) en su momento.
También agradeció a los campechanos el apoyo durante los días de manifestación pacífico, para levantar la voz y peleando contra un Gobierno nefasto, que pese a las pruebas se hizo al ciego.
“Fue una lástima no haber podido ganar, pero somos más las personas buenas”.
Agrega que es una realidad no poder confiar en nadie, y que hay quienes son doble cara, y a los agentes que no supieron valorar lo que se hacía ojalá enseñen a su familia el valor y no dejarse someter por personas que no conocen y luego se irán.
Me voy con la frente en alto y la mirada firme, di lo mejor y aquí tienen a un compañero para cuando lo necesiten. Mi familia está orgullosa de mí por no doblegarme ni dejarme pisotear y someter, como muchos.
Bendito sea mi Dios, porque aún me presta vida y salud, y estoy disfrutando cada día a mi familia.
Bendiciones para todos, y seguimos adelante. Gracias a todos mis amigos y compañeros de la Policía Estatal.
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