Luis Obregón Lozada
En una mañanera, el “Camarada Presidente” recordó algo de sus clases de marxismo, en su larguísima permanencia en la UNAM. Su comentario, aunado a sus decisiones y comportamiento dañino, nos permite confirmar que, con su “trastornación”, busca encadenarnos al criminal imperialismo marxista.
Esta engañifa malintencionada, suena bonito. Dicen que, si de chavo eres marxista, eres un idealista, pero, si lo eres de adulto, eres un idiota. Según Marx, (que tuvo apoyo del “connotadísimo” fundador del clan globalista Rothschild), la sociedad luego de un proceso, que se iniciaría por las armas, desembocaría en el comunismo. En el cual no habría clases, donde todos tendrían lo necesario, habría justicia y una cantidad ilusoria de bondades que constituirán un feliz paraíso terrenal jamás soñado, que se impondría a todo el mundo.
Para empezar, además, de que no dijo como se llegaría a ese sueño, Marx no tomó en cuenta que, por nuestras fallas, los hombres definitivamente estamos imposibilitados para constituir una comunidad perfecta. Pero como etapa previa al comunismo, estableció una dictadura del proletariado. En ella, entre muchas atrocidades, se elimina la propiedad privada, convirtiendo al Estado en dueño de absolutamente de todos los bienes y encargado del reparto. Quien parte y “recomparte”, le toca la mayor parte. “No tendrás nada, pero serás feliz”.
Pero aquí, es donde la puerca torció el rabo, pues uno de los problemas mayores que, desde las cavernas, ha aquejado a la humanidad, es la cuestión gubernamental. Aunque ha habido buenos gobernantes, ha sido fuente de graves injusticias. Concentrando tanto poder en una entidad, se agudizan terriblemente la injusticia, la corrupción, los abusos y otros males. Eso lo estamos viviendo. La corrupción se ha disparado y la ley ya no es la ley, por lo que estamos cada día peor.
No se conforma con apropiarse de lo material, pretende regir hasta las creencias, educación, relaciones familiares y otros asuntos afectivos y espirituales. Esto multiplica exponencialmente las injusticias y absurdos, ya que el todopoderoso Estado es una camarilla, que, en substitución de los horribles capitalistas, miente y explota impunemente al proletariado. Y aunque es la dictadura del proletariado, el pobre proletariado no participa en nada, más que como víctima. Por lo que su sociedad sin clases, queda convertida en una sociedad de dos clases. Burgueses y proletarios.
A medida que las manufacturas se fueron haciendo más complejas, requirieron de capitales y empresas mayores. En los países “capitalistas” son propiedad privada, en los socialistas son del Estado o sea un capitalismo de Estado. Así, la despreciable explotación, no desaparece, sólo cambia de verdugos empeorando terriblemente. Además, está comprobado que las empresas estatales, normalmente fracasan, ya que pasan a manos de ineptos, a los que les vale un comino la compañía. En el socialismo, sólo hay un único patrón obligatoriamente explotador.
Mientras en la libre empresa, encontramos algunos patrones conscientes y bondadosos. Para defenderse, los trabajadores, pueden constituir sindicatos auténticos, además tienen cierta libertad para elegir trabajo. Si una empresa, no genera utilidades se clausura, mientras que en el socialismo puede seguir perdiendo indefinidamente. Pemex, en este sexenio está incrementando sus pérdidas multimillonarias. La corrupción y muertes van con cargo al pueblo.
Y esta perversa dictadura, es la más cruel y mortal, que ha existido. Bajo el pretexto de que el Estado debe repartir, elimina la propiedad privada y se apropia de todo, conforme la conspiración globalista.
Hay quienes se ríen y burlan de quienes creemos la existencia de este complot, consideran que es un invento “conspiranoico” trasnochado. Olvidan que el inicio del Manifiesto Comunista avisa: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. Por eso, Nikita Krushev, en la ONU en septiembre 29 de 1959, (hace 64 años), abiertamente anunció: “…los hijos de tus hijos, vivirán bajo el comunismo”.
“Ustedes los occidentales son tan crédulos que no aceptarán el comunismo directamente, pero nosotros seguiremos alimentándoles con pequeñas dosis de socialismo, hasta que finalmente despierten y descubran que ya tienen encima al comunismo para siempre. No tendremos que pelear con ustedes, debilitaremos tanto su economía hasta que caigan como fruta madura en nuestras manos. La democracia dejará de existir, cuando les quiten a los que están dispuestos a trabajar y se lo den a aquellos que no”. Y su amenaza hoy, se está cumpliendo. Trabajan duro en su complot. Veamos América, incluidos Estados Unidos y Canadá. Pruebas sobran. Tenemos un Foro de San Pablo y una agenda 2030 en acción.
El Estado no se conforma con expropiar los bienes materiales, pretende controlar absolutamente todo. Determina, mediante una raquítica cartilla de racionamiento, lo que los “proles” pueden comer. Sí lo hay. Adoctrina a sus hijos, ya que son propiedad estatal. Determina hasta lo que se debe creer. Por eso combate la religión y otras barbaridades. Al anular al ser humano, estas sociedades están condenadas.
Para que esta dictadura pueda sostenerse, además de órganos represivos, requiere seres humanos denigrados, indefensos, anulados, desarticulados e ignorantes. (Esto explica la basura de “libruchos” para nuestros niños). Pero a los de arriba también los destruye, al convertirlos en monstruos crueles. Y todos sufren.
A los de abajo de miseria y opresión. A los de arriba de temor. Miedo y desconfianza por todas partes. Stalin asesinó a Lenin, y parece que Krushev y Beria asesinaron a Stalin. Ni los jerarcas tienen paz. Para su implantación y mantenimiento, ya sobrepasa cien millones de muertes. La cuenta sigue y mantiene infinidad de presos políticos. La lista de atrocidades es interminable, pero aquí le paramos.
Y esta, es la perversa dictadura que, el “Comandante Supremo”, nos quiere enjaretar. Por eso algunas declaraciones, proyectos y acciones, son las mismitas de Chávez, Maduro, Sánchez, Petro y demás sátrapas “marxistoides”. Por eso tanta mentira y maldades. La sorprendente aparición de Xóchitl, lo tiene espantado, por eso, desesperada y descaradamente, está intentando descarrilarla, sin freno de ninguna naturaleza. Su guerra es demasiado sucia. Si no reaccionamos en masa, unidos, organizados y con entusiasmo, nos sojuzgará y el pato lo pagarán nuestros hijos y nietos.
Entre otras labores debemos hacer entender a los pobres, que sus enemigos, no son los empresarios éticos exitosos, (que necesitamos muchos de esos), sino los políticos corruptos que los usan como estrategia política para mantenerse en el poder. Que la pobreza se puede superar para tener un mejor nivel de vida. Que la riqueza no se genera quitándole a los ricos, sino trabajando unidos.
Para derrotar al enemigo es indispensable una muy fuerte reacción social. Tenemos que proteger y pegarnos muy de cerca a nuestra candidata. Estamos ante la disyuntiva de permitir que nos impongan los dolorosos espejitos marxistas o empezar a constituir un gobierno acorde a los intereses ciudadanos, para erigir un país que pueda brindar bienestar a toda su población. Hoy, todavía tenemos oportunidad. No podemos desperdiciarla. Tengamos muy presente, que es una lucha entre el bien y el mal, y tenemos una fuerza espiritual para defendernos.
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