Una vez más, Fuerza Informativa Azteca puso el dedo en la llaga y evidenció ese mar de corrupción que rodea el proyecto de construcción del “nuevo“ acueducto de Calakmul, que costó más de mil 700 millones de pesos, y del que hasta la fecha no ha salido una sola gota de agua.
No sorprende el silencio de la gobernadora Layda Sansores sobre ese tema. Ella bien sabe que la obra fue un completo fraude y un engaño a los calakmulenses desde el momento mismo que se anunció. Fue más bien un espejito a cambio de la joya. Se prometió dotar de agua a más de 70 mil pobladores de la región, a cambio de que permitieran la devastación de sus selvas por la obra del Tren Maya.
Y al final de cuentas, como el perro de las dos tortas. No hay tren. Ni hay agua.
Sobre el ferrocarril, el diario El Economista reportó en enero pasado que por la baja afluencia de usuarios, el tramo 7 del Tren Maya, que va de Chetumal (Quintana Roo) a Escárcega (Campeche), opera únicamente con tres corridas a la semana. Las únicas salidas disponibles desde la capital quintanarroense son los martes, viernes y domingo a las 12:50 horas, mientras que el regreso es sólo los miércoles, sábado y lunes en el mismo horario. No se ha dado pues, la llegada masiva de turistas, que les prometieron.
Y respecto del agua, ni hablar. El noticiero de TV Azteca documentó con amplio recorrido en la zona, que la promesa de Andrés Manuel López Obrador a los calakmulenses, y en lo que se gastaron más de mil 700 millones de pesos, fue un fraude, pues su vida útil no duró ni un día debido a tuberías de mala calidad que por la presión del agua registró casi 25 fugas en su primer día de operación.
En el reportaje se expone que desde hace un año y dos meses, el Gobierno Federal inauguró la obra de casi 100 kilómetros de longitud (de Centenario a Xpujil), que realizó a cambio del Tren Maya, pero el agua no llega a donde debe llegar, y los pobladores estiman que fue hecha “con las patas”, por lo cual no durará los 50 años que les prometieron.
Hay pruebas de que la tubería es de mala calidad y que no soporta la presión del agua que proviene de la laguna de Silvituc. Hay otros tramos en donde el acueducto está a flor de tierra y ha sufrido la erosión prematura y obviamente la ruptura, con el consiguiente derrame del vital líquido, interrumpiendo así su paso hasta el destino final.
¿Y qué hace al respecto la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Estado de Campeche (Capae)? ¿Mantiene al menos un monitoreo permanente a lo largo de los 93 kilómetros del acueducto para intervenir en el momento que se registre alguna fuga? No. ¿Hay coordinación con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para que el proyecto pueda operar al 100 por ciento? Tampoco.
En este contexto, tampoco es posible pedirle a la Capae que implemente un proyecto para la instalación de tubería nueva en las comunidades beneficiadas, cuya red de distribución casi nunca sirvió para llevar agua (porque no hay) y que por el paso de los años ya se encuentra más que obsoleta.
¿No dispone el Gobierno de Campeche de presupuesto suficiente para “entubar” el agua en las comunidades calakmulenses? ¿O es que simplemente a la gobernadora Layda Sansores le vale madres lo que le suceda a los habitantes de esa región?
Es increíble la displicencia y negligencia con que actúa el Gobierno de Layda Sansores ante este asunto. Se comprueba que todo el meloso y arrastrado discurso que le prodigaba en cada evento, era pura farsa y simulación, ya que su Gobierno no se ha preocupado por consolidar una obra insignia del expresidente López Obrador para con los calakmulenses.
Tampoco sorprende que la vetusta Sansores San Román haya evitado hablar sobre posibles actos de corrupción en la construcción de esa obra, que por cierto, fue asignada al Ejército que la realizó a través de empresas subcontratadas, lo que facilitó los hechos de corrupción.
¿Entre esas empresas subcontratadas hay algunas de la que es socia la mandataria o su sobrino? ¿O se conformaron con el reparto de mochadas en las adjudicaciones correspondientes?
Hay mucha tela de dónde cortar y muchísimo material para investigar este descomunal atraco a los pobladores de Calakmul. Pero como la señora Sansores no puede salpicar a su gurú tabasqueño, ni a los socios de éste, lo procedente para nuestra anciana gobernanta es guardar silencio. Y eso es exactamente lo que ha hecho.
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