Sus torpes decisiones, sus absurdas declaraciones, su persistente conducta contraria a los intereses del pueblo, la han alejado para siempre de la simpatía popular…
¡Qué patética imagen nos mostró la senil y arbitraria gobernadora Layda Elena Sansores San Román, al salir del Palacio Legislativo y caminar unos cuantos metros hasta el elevador privado de Palacio de Gobierno en medio de vallas metálicas, y custodiada por numerosos guardaespaldas y diputados lambiscones!
Su rostro al caminar era una ridícula mezcla de miedo, temor, pánico y cinismo. Una sonrisa más falsa que el color de su cabello y la honestidad que predica, la acompañaron en ese breve trayecto en que Sansores San Román nos recordó la época en que el simpático Felipe Calderón ejerció la Presidencia de la República: custodiado por miles de soldados que tomaban bajo su control la plaza que visitaba, rodeado por decenas de elementos del Estado Mayor, policías vestidos de civil y militares fuertemente armados y siempre en medio de altas vallas metálicas.
Si Felipe Calderón —a quien la 4T tilda de espurio— era la viva imagen del pánico, de la impopularidad y del gobernante alejado del pueblo, la campechana Layda Sansores se ha convertido también en un símil de aquél Presidente panista que, además de fama de borracho y timorato, se fue con el estigma de haber llegado al poder como producto de un gigantesco fraude, y de haberse retirado con varios miles de millones de pesos en la bolsa como producto de la corrupción y el saqueo.
Layda Sansores San Román carga también fama de espuria. Sus torpes decisiones, sus absurdas declaraciones, su persistente conducta contraria a los intereses del pueblo, la han alejado también de la simpatía popular, y si damos por ciertas las versiones de que su sobrino Seso Loco es el que está llenando las maletas con dinero público, entonces, podemos concluir que Felipe Calderón y la gobernadora de Campeche no sólo se parecen sino que son siameses.
Por lo pronto, y parodiando a Juan Gabriel, ‘lo que se ve no se juzga’, y lo que vimos el viernes pasado a las afueras del Palacio Legislativo, con una gobernadora más escoltada que Donald Trump luego del rozón de bala en la oreja, nos confirma que Sansores San Román no va concluir su mandato en los mejores términos; que ya no es ni una caricatura de aquellos años cuando podía caminar en medio del pueblo sin temor a alguna agresión, y que además, no está interesada en responder las preguntas de los medios de información. Algo que ninguno de sus antecesores había hecho antes. Ella todo lo que quiera decir, lo hará en su monólogo aburrido, tedioso y farsante de los ‘Martes del Jaguar’.
Y con eso sólo confirma lo que hemos repetido aquí hasta el cansancio: que Layda Elena Sansores San Román es la peor gobernadora que ha padecido Campeche en toda su historia.
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