Tribuna Campeche

Diario Independiente

Lamento de ineptitud

Caprichosa y berrinchuda desde siempre, por haber nacido en cuna con pañales de seda, Sansores San Román  dejó salir la enorme envidia que le corroe por corroborar el progreso y crecimiento de Yucatán…

“¿Y después del Tren Maya qué?”, cuestionó en tono de reproche la nefasta gobernadora Layda Sansores San Román en su primer discurso oficial ante Claudia Sheinbaum Pardo en su calidad de presidenta de la República.

No pudo la senecta mandataria campechana ocultar la enorme frustración de constatar en los hechos, que los discursos zalameros y arrastrados que pronunció ante el hoy expresidente Andrés Manuel López Obrador, no ayudaron en nada a Campeche. Tal y como hemos escrito en este y en otros espacios periodísticos desde hace varios meses.

Caprichosa y berrinchuda desde siempre por haber nacido en cuna con pañales de seda, Sansores San Román también dejó salir la enorme envidia que le corroe por corroborar cómo el progreso, el crecimiento económico y desarrollo de Yucatán, contrastan con la cada vez más depauperada posición del Estado de Campeche, el de mayor rezago en la Península y de los más jodidos de todo el país.

Y al final de cuentas, lo que también afloró fue la gigantesca ineptitud de Sansores San Román, quien, en su calidad de gobernadora, nada ha hecho no sólo para impulsar el desarrollo de la entidad, y elevar su crecimiento, sino para por lo menos mantenerlo en el nivel que lo recibió. Por ejemplo, en el tema de seguridad pública, en que cada día vamos peor.

Ese “¿después del Tren Maya qué?” pronunciado por Sansores San Román hace recordar la frase del expresidente Vicente Fox del “¿y yo por qué?”, con el que admitió su incapacidad para resolver los principales problemas del país.

En el caso de la gobernadora, la respuesta es obvia, pero ella jamás lo entendería. Porque antes, y después del Tren Maya (que por cierto no ha traído ni traerá los resultados presumidos), ella debió dedicarse a trabajar por Campeche, pero en lugar de eso se ha dedicado a pasear y a pasarla “campechanamente”.

La niña consentida del Negro Sansores quiere que le hagan la tarea y que ella sólo se dedique a saludar con sombrero ajeno, porque ha tenido a su disposición más de 75 mil millones de pesos para dejar su huella en la obra pública, pero a casi dos años y medio de que concluya su sexenio no tiene nada qué presumir.

Y eso es algo que conoce a la perfección la presidenta Claudia Sheinbaum. Quien por cierto, reaccionó divertida ante el teatral reclamo de Layda Sansores. Volteó a ver hacia la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y soltó una carcajada. Pero el escarnio está anotado y el reconocimiento tácito de la ineptitud de Sansores San Román, también.

¡Comparte esta nota!