Pablo Hiriart
Además del crecimiento de los cárteles y la mortandad producto de la violencia impune, López Obrador dejará una bomba económica al siguiente Gobierno.
Ni con reforma fiscal se cubrirán los hoyos y estropicios que deja el actual Presidente.
El presupuesto de la Federación requiere de casi 100 mil millones de pesos adicionales cada año para cubrir los incrementos en la Pensión para Adultos Mayores.
¿De dónde van a salir? No hay manera. Ni con reforma fiscal.
Ningún candidato se atreverá a plantear el ajuste al programa. Sería un suicidio electoral.
Y la presidenta (e) que lo haga, tendrá por respuesta convulsión social, que no es difícil prever quién las alentará o hasta encabezará.
La universalización del programa Pensión para Adultos Mayores que hizo el presidente López Obrador beneficia más a los ricos que a los pobres. No un poco más, sino muchísimo más.
En 2018, había 410 mil personas beneficiadas, del decil más pobre de la población. Y 240 mil personas del decil de mayores ingresos.
Para 2022, aumentó a 530 mil personas ubicadas en el decil más pobre, y a un millón 380 mil personas del decil de mayores ingresos.
¿Ya vieron? AMLO aumentó el beneficio del programa a 120 mil personas pobres, y a un millón 140 mil mexicanos con ingresos elevados.
Y no habrá dinero que alcance para costear pensiones a quienes no la necesitan.
Cualquier ajuste severo al programa de Pensión para Adultos Mayores será motivo de agitación social.
Habrá que pagar también la deuda de corto plazo de Pemex.
Esa deuda pasó de 8 mil 413 millones en 2018, a 30 mil 253 millones de dólares en la actualidad.
Hay que pagar a los proveedores de Pemex. Los adeudos con ellos eran, en 2018, por 5 mil 511 millones de dólares. Ahora es de 13 mil 540 millones de dólares.
¿Cómo se paga eso?
No lo va a pagar Pemex, porque es una empresa quebrada, a la que el actual Gobierno le ha inyectado más de 800 mil millones de pesos en aportaciones y exenciones (720 mil millones de pesos entre beneficios fiscales y transferencias, informó la semana pasada el director de la empresa, Octavio Romero Oropeza).
Y después de esas aportaciones monstruosas (mientras las petroleras del resto del mundo ganan más dinero que nunca), ¿cuánto aumentó la producción de petróleo?
Pasó de producir un millón 823 mil barriles diarios en promedio en 2018, a un millón 878 mil barriles diarios en junio de este año.
Saque usted la cuenta de lo que cuesta a los mexicanos producir 55 mil barriles diarios más, luego de gastar 800 mil millones de pesos en apoyos a Pemex.
Las pérdidas acumuladas en refinación son de 630 mil millones de pesos de 2019 a 2022.
El mantenimiento es un desastre. El consultor de Integralia, Carlos Ramírez F., señala que el índice de gravedad de los accidentes de Pemex pasó de ocho en 2018, a 31 en 2023.
Agrega que las emisiones de dióxido de azufre (causa daños al sistema respiratorio, deteriora la naturaleza y provoca la caída de lluvia ácida) que lanza Pemex al ambiente pasó de 277 mil toneladas en 2018, a 577 mil toneladas en 2022.
La CFE, que ganaba dinero en 2018, tuvo que recibir apoyos del Gobierno, entre 2019 y 2022, por 300 mil millones de pesos.
¿Cómo se va a pagar esa herencia de López Obrador?
Sume lo que va terminar costando la refinería en Dos Bocas (cerca de 18 mil millones de dólares), el Tren Maya (20 mil millones de dólares), la cancelación del aeropuerto en Texcoco (faltan por pagar más de 4 mil millones de dólares a tenedores de bonos de largo plazo) y la catástrofe humana y en infraestructura provocada en el sector salud.
No hay manera. Ni con reforma fiscal.
Esa bomba le deja AMLO a Xóchitl Gálvez, o a Claudia Sheinbaum, o a Marcelo Ebrard o a quien llegue a Palacio Nacional el próximo año.
A fin de cuentas, esa bomba le deja a México. (El Financiero).
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