Jorge Gustavo Sansores Jarero
Mismos y nuevos errores
Según los morenistas, algunos políticos olvidan la historia y repiten los errores del pasado. Sin embargo y para ser justos, lo mismo sucede en todos los partidos políticos, incluido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que en últimas fechas no ha salido bien librado en los escenarios nacionales. Como les gusta la historia, recordemos.
En el año 2000, la Alianza por el Cambio entre los partidos Acción Nacional (PAN) y el Verde Ecologista de México (PVEM) —ahora aliado de Morena—, tuvo como candidato a la Presidencia de la República a Vicente Fox Quesada, que con el 80 por ciento de aprobación, después de 71 años quitó del poder al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Chente Fox se mostraba como una persona franca y dura, aunque en realidad era —aún lo es— terco, testarudo, necio, cerrado y eso sí, con lenguaje muy coloquial. Cuando tomó el poder, aquel personaje que aseguró que nadie lo iba a “mangonear”, de inmediato invitó a su homólogo norteamericano George W. Bush, a quien recibió personalmente, atendió como rey y del que poco o casi nada recibimos los mexicanos.
Incluso, por supuestas instrucciones del exmandatario de los Estados Unidos, durante la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo —del 18 al 22 de marzo de 2002— en Monterrey, Nuevo León, Fox Quesada le pidió “amablemente”, vía telefónica, al extinto presidente de Cuba, Fidel Alejandro Castro Ruz, que abandonara la reunión después de la comida, con aquella frase famosa de: “comes y te vas”.
Al llegar al quinto año de su mandato, Fox quiso imponer como su sucesor a Santiago Creel Miranda, lo que provocó un descalabro al interior del PAN. La división fue visible, ya que después del fallido gobierno foxista y sus muchos tropiezos, el panismo no quería a nadie que tuviera que ver directamente con Vicente Fox.
Para el 2005 Felipe de Jesús Calderón Hinojosa ganó la contienda interna de su partido, se quedó con la candidatura, y en el 2006 obtuvo la silla presidencial. El autollamado “presidente del empleo”, al llegar a Los Pinos quiso demostrar que su antecesor siempre estuvo equivocado, pero le salió el tiro por la culata.
Cada descalificación en contra de Fox Quesada le restaba puntos en el Congreso de la Unión, pues en ambas cámaras del Poder Legislativo había mucho “amigo de Fox” defendiendo sus posiciones. También cayó el empleo y junto con ello su principal promesa de campaña, lo que provocó que nuevamente se declinara la balanza en su contra, como le había sucedido a su antecesor.
Más tarde, y como respuesta a una supuesta demanda nacional, Calderón Hinojosa tuvo la “brillante” idea de enviar a las Fuerzas Armadas a las calles, en lo que nombró “la guerra frontal en contra del crimen organizado”. Los crímenes elevaron en todo el país, y lo que para el expresidente era la supuesta defensa de las instituciones y de los mexicanos, realmente se convirtió en un cúmulo de corrupción y muertes colaterales.
Para el 2012 el pueblo, cansado de tanta improvisación, devolvió sus votos al PRI y puso a Enrique Peña Nieto al frente de la nación. Los errores más graves de Peña fueron, en primera, solapar a sus amigos, y permitir que, además de corrupción, hubiera impunidad.
El otro error fue llevar una actriz de telenovelas como primera dama a la Presidencia. Pero el más caro de todos sus errores, fue dejar crecer la animadversión popular por solapar a sus compinches. Eso trajo como consecuencia lo que hoy vivimos en México.
Y tal vez piense, estimado lector, que esto no tiene nada qué ver con Morena y el actual mandatario Andrés Manuel López Obrador, pero déjeme seguir y verá que la historia tiene muchas similitudes, y el Presidente es igual que sus tres antecesores. Más de lo que imagina.
Con la debacle del PRI por los yerros de Peña Nieto y sus amigos, en el 2018 ganó la Presidencia de la República Andrés Manuel López Obrador, con 16 por ciento más de aprobación que Vicente Fox Quesada, lo que convierte al actual mandatario en el candidato más querido por sus votantes.
Pero una cosa era el candidato y otra el mandatario, pues sus números positivos ya van por la mitad y siguen en caída constante. Los caprichos de AMLO le cuestan más de lo que le dejan, y sus promesas incumplidas lo alejan de aquellos que tanto lo apoyaban. Continúo.
Una vez en el poder, López Obrador prometió lo que no puede cumplir y repite la historia. No sólo igualó a Fox como el candidato con mayor popularidad, sino que al igual que el expresidente panista, el presidente Andrés Manuel se puso a merced de su homólogo estadunidense, Donald John Trump, a quien visitó en los Estados Unidos y del que con trabajo recibió de vuelta el saludo.
López Obrador mantuvo cierta “cercanía” con Trump, y sin tener que correr a nadie al estilo “comes y te vas”, mantuvo mucha distancia con los enemigos del vecino del norte. Y al igual que Vicente Fox, cuando quería imponer a Creel Miranda como su sucesor, López Obrador quiere que Claudia Sheinbaum Pardo lo suceda, lo que también provoca descalabros al interior de Morena.
Para seguir, y al igual que con Calderón Hinojosa, al actual Mandatario se le ocurrió, no sólo mantener al Ejército y la Marina en las calles, sino que también creó la Guardia Nacional. Es cierto que la guerra de Calderón fue sangrienta, pero no se compara con la cantidad de crímenes dolosos en la actualidad. Y ya ni hablar del desempleo.
Pero lo que tanto critica AMLO de Peña Nieto, es lo que más ha permeado en su Gobierno: corrupción en impunidad. Tan sólo hay que recordar los contratos asignados de forma directa a sus amigos, para la construcción del Tren Maya en el sureste y de la refinería en Dos Bocas en Tabasco. Todos con tintes de corrupción.
Agreguemos los paquetes de dinero que recibió su hermano Pío López Obrador para la campaña presidencial, o aún mejor, la casa gris de su hijo José Ramón López Beltrán, que nos recuerda la blanca de Enrique Peña, sólo que la gris es mucho más grande y está en Houston, Texas, Estados Unidos. Y si de impunidad se trata, ¿dónde están las investigaciones por estos y otros casos documentados y exhibidos?
Entre esos y otros casos, es que la popularidad del candidato más querido, se ha desplomado a la mitad, y hoy se muestra como uno de los presidentes menos aceptados. Tal vez por ello fracasó la consulta para enjuiciar a expresidentes, quizá por lo mismo no salió más del 17.7 por ciento para refrendarle su apoyo en la revocación de mandato, y ahora la oposición toma fuerza para asestarle un duro golpe al frenar la reforma eléctrica, que dicho sea de paso, es la primera vez que el Congreso impide una reforma constitucional. Y aun faltan los resultados de las elecciones de este año en varios Estados.
El tiempo avanza y la popularidad del presidente López Obrador cae. Igual se derrumba el sueño de la cuarta transformación de Morena, que se ha mostrado como un partido desesperado, intolerante, carente de diálogo y de propuestas, amén de repetir los errores que tanto han criticado, y en ocasiones rebasarlos. Sin embargo el Mandatario continúa y también sus proyectos, aunque no parece que el tiempo vaya a ser suficiente para culminarlos.
Y entonces, las preguntas: ¿Quién lo suceda dará continuidad a las obras de AMLO? ¿Repetirá Morena en el Gobierno de la República? ¿Nuevamente el pueblo bueno y sabio les dará el voto de confianza? ¿Con la economía más dañada y la mayor inseguridad de los últimos 20 años en México? El tiempo lo dirá y cada vez falta menos para saberlo.
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