Tras los sucesos violentos de los últimos días, con atentados, ejecuciones y balaceras en diversas zonas de la entidad, la seguridad personal de la senecta de Palacio ha sido reforzada. ¿Por qué? ¿Qué la atemoriza si Campeche es un Estado tranquilo?
Sólo se mueve en vehículos blindados, y si esporádicamente decide acudir a eventos públicos, tiene que ponerse chaleco protector, que se disimula bien por la vestimenta holgada que acostumbra usar.
El acceso a los eventos que preside la viejita se encuentra restringido. Desde horas antes de que se presente, el sitio es rodeado por decenas de policías vestidos de civil, fuertemente armados, y no permiten que cualquier medio de comunicación se acerque. Una ambulancia especialmente equipada siempre anda cerca, por si la situación lo amerita.
Por si fuera poco, le tienen estrictamente prohibido que se atreva a saludar a la gente. Por eso su presencia es de ‘pisa y corre’, y un equipo especial la ayuda a descender y a subir a su camioneta. También por razones de edad.
Las medidas de seguridad alrededor de la jefa de la policía y del fiscal son muy similares. Decenas de guardaespaldas están pendientes. Incluso si tienen que ir al baño.
Son, definitivamente, medidas de emergencia, que nos hablan no de que vivimos en uno de los Estados más seguros, como la viejita acostumbra presumir, sino en uno en donde los grupos criminales ya sacaron la cara, y le están disputando la plaza al cártel que pactó con los que mal dirigen los destinos del Estado.
Por eso es que el fiscal se atrevió a reconocer que los incidentes violentos tienen que ver con la disputa entre los diferentes grupos delictivos. Entre los narcomenudistas, justificó, aunque la realidad es que los que fueron desplazados están tratando de eliminar a los que compraron, rentaron o pactaron la plaza.
Pero eso no lo puede admitir públicamente la desquiciada del cuarto piso. Tampoco puede reconocer que se ha incrementado de manera escandalosa la incidencia delictiva. Por eso lo más fácil es seguir, muy a su estilo y la estrategia de su mesías, con historias fantasiosas.
Inventa que hay un partido y unos personajes políticos interesados en causar psicosis en el Estado y que el asunto se va a incrementar conforme se acerquen las campañas electorales. Peligrosa advertencia, sin duda, no sólo porque pone en peligro la vida de los candidatos —incluyendo a los de su partido—, sino porque alienta el temor de la gente a salir a las calles a votar el día de la jornada comicial.
Y eso le conviene al grupo de la senecta de Palacio. Sabe que si la gente acude masivamente a las urnas, le van a dar una felpa a sus candidatos, que tardarán en reponerse del trauma que les ocasionará. Haber pactado con la delincuencia le costará muy caro políticamente hablando, a la señora de las excusas, los desaciertos, el chisme de mercado y peleonera de barriada.
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