Julieta Brambila (*)
Al filo de la medianoche leí: “Muerte para ti”. Esta fue una de múltiples amenazas digitales de un pariente lejano, tras compartir una publicación en torno al Día de la Visibilidad Trans. Me levanté y fui a cerciorarme que la puerta estuviera cerrada. No pude dormir. El miedo me acompañó esa y muchas noches más.
Este episodio es anecdótico comparado con los trans-feminicidios que enfrenta día a día nuestra comunidad, en donde la letal amenaza se cumple.
Por esto y por los estereotipos que aún envuelven la disidencia de género, el miedo acompaña la vida de las personas trans, que somos más de 900 mil, según la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género 2021 (Endiseg). De acuerdo con esta, ocho de cada 10 personas atraviesan un contexto emocional adverso, que incluye estrés, angustia, insomnio y depresión.
Muchas de estas problemáticas emocionales no sólo se detonan por un hecho violento: están con nosotros desde la infancia. Una de las principales causas de las ideas o intentos suicidas —que es cuatro veces mayor que entre la población en general— son los problemas en la escuela, según la Endiseg 2021.
Por nuestra mera existencia desafiamos los paradigmas del binarismo de género, pues transgredimos lo que se espera de nuestro sexo asignado al nacer. Lo anterior nos coloca permanentemente en jaque, no sólo en la infancia sino a lo largo de la vida, y catapulta la discriminación.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022 (Enadis), los principales motivos de discriminación son la forma de vestir o arreglo personal, peso o estatura, o apariencia de hombre o mujer.
Además, a gran parte de la comunidad trans también se le siguen negando injustificadamente los derechos, como son: recibir los apoyos sociales, la atención o servicios gubernamentales, la posibilidad de estudiar y la atención médica.
Aunque ocho de cada 10 mexicanos de más de 18 años asumen que se nos respetan poco, algo o muchos nuestros derechos, muchos de ellos (37.8%) no estarían dispuestos a que nos desempeñáramos en un cargo público, como la Presidencia de la República. Un 33.4% no nos rentaría un cuarto y 20.8% de la población no nos contrataría.
Que las personas trans enfrentan discriminación y rechazo ya lo sabíamos, pero ahora, programas de información como la Endiseg 2021 y la Enadis 2022, que levanta el Inegi, ponen números a estos retos.
Más allá de lo anterior, las cifras también vislumbran una sociedad cambiante, en la que ser trans se ha vuelto más habitual entre generaciones jóvenes y, cada vez se acepta más.
De acuerdo con la Endiseg 2021, 54%. de la población trans tiene entre 15 y 24 años de edad. De esta, la gran mayoría (más del 70%) traspasa los convencionalismos de género y vive en un género fluido, no binario o agénero.
Por su parte, la Enadis 2022 nos muestra que, entre más jóvenes, mayor es la tolerancia de la población con la comunidad trans.
A pesar de la comercialización, la marcha del Orgullo del sábado sintetiza el miedo y la rabia que yace en la comunidad trans y en la población LGBT+. Los rostros jóvenes que nutren la manifestación, así como les aliades, anidan la esperanza de que el futuro más será libre de violencias y miedos paralizantes: el futuro es nuestro.
*Mujer trans y directora general de Comunicación de Inegi.
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