Si toda su vida fue una niña consentida, a quien sus papás le cumplían todos sus caprichos, qué se puede esperar de la hija del Sátrapa Negro, ante la exigencia del 99 por ciento de los nativos, para que despida a la jefa de los soldados, la comandanta Pelos de Sosquil.
Es don Julián el que inicia así su tertulia vespertina en el Parque Principal con sus cada vez más numerosos seguidores, quienes con vestimentas blancas, banderolas del mismo color y carteles donde escribieron “Fuera la Huera Falsa”, esperaban el momento de participar en la gran marcha para hacerle sentir a la gobernanta quién manda en el pueblo.
—Esto ya se les salió de control, a lo mejor como no son de aquí no saben que cuando este pueblo se suma a una causa justa, nadie los hace echarse para atrás. Hace muchos años, un grupo de ciudadanos también se opuso a que se llevaran de esta tierra las oficinas de una dependencia cobradora de impuestos, y tiempo después, los habitantes se formaron en un solo bloque para impedir que nos trajeran una cárcel de máxima seguridad, rememoró don Julián.
El senecto exsirviente de la Mansión Blanca del Sátrapa Negro no oculta su asombro ante la solidaridad ciudadana para con el movimiento de rebelión de la tropa, que se cansó de los abusos de su comandanta foránea, y de todos los esbirros que se trajo para que la ayuden a saquear el patrimonio de los locales.
—Es una vergüenza que los gobernantes pongan oídos sordos al reclamo del pueblo. Son unos traidores que primero gritaban en campaña que “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, y que ahora les dan la espalda sólo por la cara bonita y los acuerdos inconfesables entre la gobernanta y su jefa de los soldados.
“¡Fuera la Pelos de Sosquil!”, “¡Fuera la comandanta foránea!” gritan a todo pulmón los alebrestados nativos que en grupos, caminan eufóricos hasta el malecón para reunirse con otros ciudadanos que se han sumado a la causa.
Esta vez no hay soldados protegiendo el edificio gubernamental. Los gendarmes se cansaron del trato despótico de sus jefes foráneos que sólo los han utilizado como carne de cañón para sus negocios ilegales, y ahora son ellos, sus familias, sus amigos y los ciudadanos sin partido a quienes protegen, los que se suman a un mismo clamor: “¡Fuera la Pelos de Sosquil”; ¡Fuera la comandanta foránea”, “Fuera la gobernanta sorda… y que CSM”.
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